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Hasta ahora se han visto diversos tipos de aprendizaje que pueden someterse a la acción individual de un solo sujeto. El aprendizaje de tipo observacional supone la adquisición de conductas por medio de la observación de modelos, lo que abre la puerta a las situaciones sociales y al modo en que estas definen la conducta del individuo. Los nombres con los que los diversos autores o tendencias han tratado de definir este tipo de aprendizaje da algunas pistas sobre su funcionamiento:
- Aprendizaje por imitación. Se trata de un punto de vista innatista, como se verá después. En este caso el sujeto aprende la misma respuesta que otro sujeto lleva a cabo como si se tratase de una copia.
- Modelado. El aprendizaje surge por la observación de la conducta de un modelo. Este modelado puede darse por simple imitación, pero también como aprendizaje de la conducta objetivo o como la extracción de las reglas que subyacen a la conducta. Puede incluso adquirirse sin ensayo, es decir, sin que el sujeto que aprende tenga que llevar a cabo la conducta.
- Aprendizaje vicario. En este caso el sujeto al que se observa está siendo sometido a un programa de condicionamiento instrumental o de condicionamiento clásico como los expuestos hasta ahora.
- El aprendizaje observacional. El término que se ha utilizado para englobar a todos los demás supone la posibilidad de adquirir la conducta con todos los métodos anteriores.
- Aprendizaje social. Se trata de aprender aquellas conductas que tienen que ver con lo social o la sociedad en la que se introduce el sujeto. Algunos autores como Bandura o Miller y Dollard, introducen en sus estudios la idea de aprendizaje social como elemento central de sus trabajos, lo que habla de la importancia del concepto social en este proceso.
Teorías sobre el aprendizaje observacional
Teorías de tipo innatista
Como se ha visto antes, la imitación de las conductas de aquellos que le rodean parece ser bajo este prisma una tendencia natural innata para muchas especies, entre ellas la humana. La ausencia de aprendizaje previo, por ejemplo, en niños de corta edad, hizo pensar a autores como James o Lloyd Morgan en esta condición innata de la imitación. Más adelante surgieron las dudas al respecto, ya que Thorndike no pudo lograr este efecto en algunos de los animales con los que trabajaba, pero sí que se han logrado después conductas de imitación sin la presencia de reforzadores.
Es el caso de Epstein en 1984 que lo hizo con palomas, llegando incluso a mantener la imitación una vez retirado el modelo, en lo que se llamó imitación diferida. O mejor aún el caso de Meltzoff y Moore, quienes en 1972 observaron conductas de imitación en niños de 12 a 21 días. En su caso estos niños imitaban movimientos de la cara como sacar la lengua, pero también determinados gestos de la mano como puede ser cierta secuencia de movimiento de los dedos.
La importancia de estas conductas de imitación parece inscribirse dentro de algunos aspectos de supervivencia de cada especie, y como se verá hay pocas dudas al respecto de su existencia y de su carácter innato. Para el ser humano, por ejemplo, podrían tener relación con la búsqueda de conductas que sirvan para que el adulto proteja al niño recién nacido.
Teorías asociacionistas
La imitación como reflejo
En este caso la explicación de la conducta aprendida por observación surge de las asociaciones aprendidas mediante los reflejos. Un estímulo puede provocar una conducta en el niño, por ejemplo. Este, al observar esta misma conducta en otro sujeto, imita de forma refleja al haber asociado por propia experiencia llanto con dolor (estímulo inicial); aún a pesar de que este dolor no esté presente.
Aprendizaje vicario de estados emotivos
Del mismo modo Berger comprobó que la observación de un modelo que mantiene una expresión de dolor provoca también dolor. Cualquier estímulo observado en otros que se asocie a la idea de dolor, o de cualquier otra emoción, puede provocar esa misma emoción en el observador por un proceso de condicionamiento clásico.
Teorías del refuerzo
Este grupo de teorías se centra en el trabajo de Miller y Dollard de 1941. En su obra Imitación y aprendizaje social sitúan al aprendizaje social u observacional como un subtipo de condicionamiento instrumental. En este caso el estímulo discriminativo es la propia conducta del sujeto que actúa como modelo. La respuesta del sujeto es el operante y se ve aumentada o disminuida en la medida en que aparezca un refuerzo o no.
Otras consideraciones del modelo, basado en buena medida en los trabajos previos de Hull, entienden la existencia de tendencias innatas de la especie que se organizan de forma jerárquica a la hora de emitir conductas bajo determinadas circunstancias. El refuerzo que reciben estas conductas reorganiza este orden jerárquico. La imitación, en todo este proceso, se entiende que para surgir ha de practicarse, por lo que necesita de ese impulso previo de carácter filogenético. Dentro de las conductas de imitación diferencian entre la de copiado y la de emparejamiento.
La de copiado supone llevar a cabo la misma conducta que el modelo, y en la segunda lo importante es alcanzar la misma meta que el otro. Los términos utilizados por estos autores para estos dos conceptos son matching (emparejamiento) y copying (copiado). Dollard y Miller proponen una de las teorías más potentes del aprendizaje observacional. Otro de los grandes autores para este terreno es Albert Bandura.
De hecho, Bandura realizará algunas consideraciones a esta teoría del refuerzo. Incide en una limitación clara, y es que solo podría explicar aquellas conductas de carácter observacional que se realicen en contacto con el modelo e inmediatamente después que él, siendo recompensado por ello de algún modo.
Teoría del refuerzo secundario por empatía propioceptiva
Esta idea planteada por Mowrer, autor de la teoría de los dos procesos, también se conoce como teoría del feedback afectivo. Se centra en el rol que adquiere la imitación como reforzador secundario por ser asociado con el estímulo reforzador de tipo primario. Este planteamiento se basa en el principio de Premack por el que conductas con menos probabilidad de aparecer se ven reforzadas secundariamente, en este caso la imitación refuerza estas conductas, haciendo posible el aprendizaje observacional.
Además, el observador al ponerse en contacto con el modelo, desarrolla cierta empatía propioceptiva por la que siente de modo interno el premio o el castigo al que está siendo sometido el modelo. De este modo el estímulo que da lugar a estas sensaciones queda asociado a ellas provocando el aprendizaje.
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