Actualmente cuando se piensa en un período de evolución del aprendizaje se suele relacionar con la infancia. Siendo alrededor de los cinco años donde el menor entra a formar parte del sistema educativo, el cual le puede acompañar durante la adolescencia y parte de su madurez. Una discusión todavía no resuelta al respecto es en relación con la edad de inicio de los estudios, donde algunos consideran que la educación tendría que iniciar “cuanto antes”, mientras que otros argumentan que de nada sirve una educación tan temprana si el menor no está lo suficientemente desarrollado para la adquisición de habilidades y conocimientos.

Existe una fractura en las posturas en cuanto a la edad de inicio. Esto tanto que, en distintos países tienen sistemas educativos diferentes con una edad de inicio propia. Argumentando todos ellos que la elección de “su” edad de inicio es la mejor para el alumno. Uno de los determinantes históricos del aprendizaje ha sido la edad. Considerándose que el período de la pre adolescencia y la adolescencia era el más idóneo para la formación. Al menos así se consideraba en las primeras escuelas-taller desarrolladas para formar a los futuros profesionales, ya fuesen del sector industrial o del educativo.

En esta época temprana del surgimiento de la educación formal, se consideraba que los niños eran demasiado pequeños para estarse quietos y aprender; centrados casi en exclusiva en jugar. Hay que tener en cuenta que este se podría considerar un período “feliz” para el menor. En algunos países hasta el siglo XX, se les introducía a los niños desde pequeños en diversos oficios, adaptando estos a sus posibilidades. En el lado opuesto, se consideraba al adulto demasiado “mayor” para aprender; esto ya que para ese momento ya debía de conocer una profesión con la que ganarse la vida.

Cultura y educación

A medida que se fue desarrollando la cultura y formando a los docentes, se comprobó cómo la edad de inicio de la formación podía y debía ser mucho antes de la pre adolescencia. Cuanto más tiempo estuviese el menor formándose, podía alcanzar unos niveles más elevados de desarrollo. Una formación temprana que algunos han tratado de que se produzca incluso en el vientre materno. Aunque la educación formal, propiamente dicha, se inicia sobre los cinco o seis años.

La edad no es algo aleatorio, sino que se observó cómo el menor tenía el cerebro sin desarrollar y que precisaba de ciertas experiencias vitales. Mismas que le ayudarían a consolidar los aprendizajes futuros. Una formación que se inicia a la temprana edad de 5 o 6 años y que suele finalizar de forma obligatoria sobre los 18 años; pero que se puede extender más allá de los veinte, cuando se estudia en la universidad.

Pero no ha sido hasta hace unas décadas, que se ha empezado a prestar atención a la educación de adultos por parte de la educación formal. No obstante, los más mayores, todavía en muchas localidades, no cuentan con un sistema de formación propio. No se han adaptado a sus características, teniendo que asistir a las clases de los adolescentes, como un estudiante “más”. Entre las características de la educación formal se destaca:

  • Es una educación intencional.
  • Está estructurada y dividida por etapas evolutivas.
  • Existen objetivos a medio y largo plazo para el desarrollo del alumnado.
  • Ofrecer certificación oficial sobre los conocimientos adquiridos.
  • Suele ser obligatorio en los niveles iniciales.
  • Conllevan un mayor período de tiempo de formación.
  • Se imparten en centros educativos.
  • Existen evaluaciones que permiten “pasar” de nivel una vez demostrado que se domina el conocimiento requerido.

El proceso evolutivo

Tal y como se ha comentado, la educación formal va a “esperar” a los 5 o 6 años para iniciar los procesos de aprendizaje, espacio que hasta ese momento está supliendo la familia, como principal eje de aprendizaje. Hay que tener en cuenta que el bebé, salvo algunos actos reflejos “pre programados” van a ir desapareciendo a medida que madura el sistema nervioso.

No obstante, para el resto de las personas el bebé está “en blanco”, por eso es necesario el aprendizaje de las habilidades físicas e intelectuales, mientras se va formando la personalidad; descubriendo y comprendiendo el mundo que le rodea, y aprendiendo a interactuar con este. Inicialmente y de forma voluntaria, se puede producir la escolarización temprana en la denominada: Educación Infantil, la cual comprende hasta los 6 años.

En esta etapa se busca el desarrollo afectivo y social del menor, facilitando la comunicación y las relaciones interpersonales, a la vez que se fomenta el control corporal de la motricidad gruesa y fina. Igualmente, se fomenta la autonomía personal, a la vez que se les inicia en el desarrollo de habilidades lógico-matemáticas y lector-escritura. Con posterioridad se inicia la educación obligatoria que abarca la Educación Primaria y Secundaria.

La primera de ellas, todavía correspondiente a la etapa infantil, abarca desde los 6 a 12 años, cuyos objetivos es facilitar los aprendizajes de los usos de la comunicación y expresión, tanto hablado como escrito, la adquisición de nociones de cálculo y cultura, además de desarrollar aspectos sociales de convivencia, la creatividad y una afectividad adecuada. En esta etapa, se inicia la distribución de las áreas de conocimiento, en materias distribuidas por asignaturas, impartidas por docentes especializados en la materia.

La educación superior

La Educación Secundaria es obligatoria y comprende las edades de 12 a 16 años, en que se busca incentivar la autonomía personal, desarrollando la capacidad de defender los derechos propios, así como de asumir responsabilidades, prestando especialmente atención al respeto por el otro.

Además, se incentivan las capacidades sociales, todo ello en un marco de desarrollo académico, en que consolidar y profundizar en las diversas materias que le capaciten para poder desempeñarse en un futuro laboral. Igualmente, se espera una correcta capacidad comunicativa, tanto hablada como escrita, en el idioma propio, así como en uno extranjero, además del desarrollo del aprecio por la cultura y las expresiones artísticas.

La obtención del título, otorgado tras la superación de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (E.S.O.), es requisito imprescindible para muchos puestos de trabajo; teniendo en cuenta que es entonces cuando se acaba la obligatoriedad de la enseñanza. El sistema educativo está pensado para que el pequeño, desde que entra hasta que termina sus estudios, esté “guiado” en su desarrollo, tanto en las habilidades académicas, como sociales e interpersonales.

Para ello, cada etapa educativa tiene una serie de “requisitos de acceso” que están relacionados con la superación de las exigencias de conocimientos y habilidades de la etapa anterior. De este modo, un estudiante que siga todo el ciclo formativo irá avanzando por dicho sistema sin mayores preocupaciones, más allá de “aprobar” las materias de cada curso.

Pero si una persona, por ejemplo, que ha dejado los estudios obligatorios, quiere volver a hacer los mismos, o acceder a estudios superiores, ya sean de formación profesional o de bachillerato, se le exige la superación de ciertos conocimientos. Igual sucede si se quiere acceder a la universidad sin tener acreditado la superación de los estudios previos, para lo cual se realiza la prueba de acceso.

El proceso de transmisión del conocimiento efectivo

Para el profesional en educación moderno es importante realizar un proceso de transmisión del conocimiento rápido y efectivo. Esto le permite dar pasos agigantados con su alumnado, transformando así sus procesos y adquiriendo la capacidad de adaptarse a diferentes ambientes. De esta manera, esto se verá reflejado en su alumnado, a quienes el educador formará desde tempranas edades.

Para TECH Universidad Tecnológica, su principal prioridad es el desarrollo de las habilidades en su alumnado. Por esta razón, cada uno de los programas educativos que oferta es diseñado de manera que cumpla con altos estándares educativos. En el caso de su Facultad de Educación, se pueden encontrar especializaciones tales como el Máster en Educación Inclusiva para Niños y Adolescentes en Riesgo de Exclusión Social y el Máster en Psicopedagogía Social y Laboral. A pesar de ser excelentes opciones educativas, para quienes buscan complementar sus conocimientos en el ámbito del desarrollo escolar, no cabe duda que su elección deberá ser el Máster en Habilidades visuales y rendimiento escolar.

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