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La motivación se convierte en un aspecto fundamental en el aula. Se debe a que durante el proceso de aprendizaje y en las edades más susceptibles como en la adolescencia, muchas veces se presenta como uno de los problemas más importantes a tener en cuenta. De ahí que se exploren sus características, dificultades y formas de intervenir desde la neuropsicología.

Cerebro y motivación

La necesidad puede considerarse la “excusa” de la motivación hacia lograr la homeostasis o saciar un deseo. Estas tradicionalmente se han clasificado en primarias y secundarias. Las primeras están relacionadas con necesidades fisiológicas y con la supervivencia de la persona como la alimentación, la búsqueda de calor o alojamiento. Mientras que las segundas serían aprendidas y relacionadas con el ámbito social de la persona, como la amistad, el honor, la fama o el amor. Al respecto, Maslow ordena las necesidades jerárquicamente en:

  • Fisiológicas básicas: aquellas relacionadas con comer, beber, dormir
  • Seguridad: las referidas a sentirse “cómodo” y a salvo en un lugar.
  • Sociales: relacionadas con aspectos como de pertenencia social o el amor.
  • Ego: donde se busca el reconocimiento social de sus semejantes.
  • Autorrealización: se refiere a la búsqueda de la satisfacción por un trabajo “bien hecho” o por haber conseguido una meta personal.

Necesidades de Masglow

La motivación, por su parte, no siempre va a satisfacer una necesidad o interés. Existen otros elementos que pueden iniciarlo, el cual se puede separar en cuatro fases:

  • Anticipación: antes de iniciar una acción motivada suele existir un fin a buscar, ya sea satisfacer un interés, una necesidad u otra.
  • Activación: consiste en iniciar la acción para la consecución de dicho fin “perseguido”. Inhibe el resto de las conductas no implicadas en dicho proceso.
  • Conducta activa: en donde se desarrollan las tareas intermedias para la consecución del fin, realizando las modificaciones oportunas hasta lograrlo.
  • Resultados: es la consecución del fin, comparando si cumple o no con las expectativas iniciales.

Si el fin anticipado no es lo suficientemente motivador, las “ganas” puestas para lograrlo en la fase de activación y de conducta activa van a ser escasas. Con ello no se garantiza que se logre en la fase de resultados. En cambio, si la expectativa es alta, la activación será mayor para alcanzar su logro.

Si se produce algún impedimento entre la fase de anticipación y la fase de resultados, esto va a generar frustración en la persona, sobre todo cuanto más “deseable” fuese. Así se puede producir frustración al no poder iniciar la acción porque “algo” lo impide. Por no poder llevar a cabo todos los pasos para lograrlo en la fase de la conducta activa. O a pesar de haber hecho todo lo que estaba en “la mano” de la persona, que no consiga el fin esperado por otra circunstancia ajena a su voluntad.

Fases de la motivación

Hay que tener en cuenta que a pesar de estar comentando sobre este proceso, por sí sólo no podría lograr nada sin estar en coordinación con el resto de procesos cognitivos. Así es imprescindible la intervención de las funciones ejecutivas para establecer el plan. Se focaliza en la consecución o de la memoria para recordar anterior experiencias y con ello optimizar el esfuerzo para lograr el fin perseguido.

Tipos de motivación

Con respecto a la motivación esta se puede dividir en intrínseca o extrínseca:

  • Intrínseca: es aquella que se inicia por una necesidad personales, sin necesidad de que haya una recompensa externa. Por ejemplo, la satisfacción de haber logrado una meta personal.
  • Extrínseca: se genera cuando hay algo externo que se “desea” y motiva para la consecución. Por ejemplo, la consecución de un premio.

Teorías al respecto

Tres son las principales teorías con respecto a la motivación:

  1. Instintos, en la cual los instintos innatos no aprendidos dirigirían la conducta. Por lo tanto, se equipararía a la motivación.
  2. Reducción de impulsos, en la cual la necesidad genera un desasosiego en la persona que se ve motivada a recuperar el desequilibrio. Con ello la homeostasis, tal y como sucede con el hambre y la comida.
  3. Excitación, indica que no sólo la persona se mueve para satisfacer necesidades fisiológicas si no que tiene otras “inquietudes” que le motivan a actuar.

Por último, mencionar que la motivación ha sido equiparada con los valores personales. Es decir, los aspectos que guían la conducta general de la persona sin atender a la circunstancia específica. Viene determinado por la personalidad, su historia previa y sus propias creencias. Aunque no se considera estrictamente motivación si va a “matizar” a la hora de conseguir sus objetivos y de actuar. Así, un comportamiento poco ético para la persona va a hacer que sea menos probable que se realice.

Motivación en el aula

Uno de los problemas que con mayor asiduidad se puede ver entre el alumnado es en relación con las emociones. A veces son sobre activación, en el caso del estrés y la ansiedad, o por su inhibición, en el caso de la tristeza y la depresión.

El desánimo generalizado que acompaña a la depresión, unido a la pérdida de interés por aquello que antes le producía placer (anhedonia), hace que la persona se vaya poco a poco “abandonando”. Esto incluye tanto en aspectos de higiene personal como de alimentación. Así se incrementan las comidas calóricas y el consumo de alcohol. Tiene un efecto directo en el cambio de peso.

Prolongación de la depresión

Por tanto, la depresión estaría relacionada de forma directa con la anhedonia, la desgana y, en definitiva, la desmotivación por aquellas actividades que con anterioridad resultaban placenteras.

Pero sin llegar a ese nivel, la motivación puede convertirse en frustración cuando las metas planteadas son demasiado elevadas. También cuando los medios que se disponen no son suficientes o existen dificultades insalvables para conseguirlo. Si la frustración se convierte en crónico, puede desencadenar problemas de salud como en el caso de bullying o acoso. Lo anterior está en el origen de algunas depresiones.

Rol del profesor

Cuando no existen circunstancias externas que influyan en la motivación, es papel del docente conocer los tipos de motivaciones en el aula y “aprovecharlos” para que los alumnos “maduren” poco a poco. Deben pasar de las motivaciones extrínsecas a las intrínsecas, ya que en las primeras se busca únicamente el “premio” ya sea físico o social. Por su parte, en las segundas no existe un “elemento” que haga de premio, sino que es la propia satisfacción por el trabajo “bien hecho”, debido a la necesidad de superación o el bien común.

Aunque en ambos casos va a implicar la motivación, y con ello la constancia, cuando no existe un elemento externo como es el premio, el autocontrol es fundamental para el mantenimiento de las conductas que van a guiar a alumno a superarse aun cuando no haya nada que “obtener” al final.

Expectativas

Hay que tener en cuenta que cuando se habla de expectativas, no se trata de algo “real” en el sentido de que se le pida un mayor rendimiento o la realización de las actividades en un menor tiempo. Al contrario, es una percepción subjetiva del alumno. En ocasiones está motivado por no querer “decepcionar” y en otras por dar la “mejor cara” posible.

Algo que puede sorprender tanto a profesores como a padres es tratar de entender los “brotes” de violencia o la inacción del alumno. Cuando se dan cuenta que está justificado por una expectativa de éxito personal irreales, piensan que va más allá de lo que el alumno puede llevar a cabo. En definitiva, existe una motivación desmesurada que lleva a impedir alcanzar hasta las metas más “simples”.

Recomendaciones para el docente

Es por ello que desde la neuroeducación se presta especial atención a las propias acciones del docente como agentes motivadores en el aula. Él puede movilizar a los alumnos hacia la acción de aprender, para ello se proponen las siguientes recomendaciones:

  • Establece y cumple un cronograma de actividades.
  • Fija los objetivos de cada clase de forma clara y comprensible.
  • Realiza una revisión del material visto en el tema anterior, facilitando la participación de los alumnos en la misma.
  • Facilita la realización de tareas cooperativas, que tengan cierto grado de dificultad pero accesible al alumno.
  • Consensúa las recompensas que se “repartirán” en la clase en función de la consecución de los objetivos fijados con anterioridad.
  • Facilitar la participación voluntaria del alumnado, solicitándoles que traten de poner ejemplos de aquello que se imparte.
  • Emplear los medios adecuados para la consecución de los fines, así como para la exposición de la temática de clase.
  • Evitar elogiar “sin sentido” o premiar sin que se hayan alcanzado los objetivos propuestos.
  • No adoptar cambios en cuanto a los criterios de las recompensas ni sobre la finalidad de las tareas.
  • Acepta las opiniones y criterios de los alumnos, sin confrontarlos, asumiendo su punto de vista y “mejorándolo” cuando así se requiera.
  • Evitar el diseño e implementación de tareas “tediosas”, repetitivas o aburridas en clase.
  • Establecer una comunicación abierta, donde los alumnos pueden plantear sus dudas e inquietudes teniendo que se respuestas todas ellas por el docente.
  • Fomentar la constancia en el trabajo de forma que no se abandone a la primera dificultad.

Psicología aplicada a los alumnos

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