La neuroeducación es una de las últimas ramas de la neurociencia que estudian cómo se comporta el cerebro ante una situación de aprendizaje, buscando optimizar dicho proceso. En los últimos años han surgido multitud de aplicaciones de la neurociencia. Se ha presentado gracias, principalmente, al avance de la tecnología lo que ha permitido avanzar en cuanto al conocimiento del órgano más complejo del cuerpo; el cerebro, tanto a nivel anatómico como de sus conexiones neuronales.

Son diversas las aplicaciones que actualmente se está realizando desde estos avances, ya sea en el ámbito de la publicidad. Esto mediante el neuromarketing, de las finanzas mediante la neuroeconomía o la pedagogía mediante la neuroeducación. Al respecto, se ha tratado de acercar el conocimiento de cómo funciona el cerebro y los procesos cognitivos. Se ha dado para incrementar la eficacia de los procesos de enseñanza-aprendizaje y así posibilitar un mayor aprovechamiento, de su paso por la escuela, a los estudiantes.

La neuroeducación está basada en las últimas aproximaciones del constructivismo, las inteligencias múltiples, y el aprendizaje activo. Todo ello basado en el descubrimiento, todos ellos aportes de los últimos años, que han supuesto un cambio en la concepción en la educación tradicional. Lo mismo otorgando un mayor protagonismo al proceso de aprendizaje por parte del alumnado.

Siendo la justificación de estas aportaciones en muchos casos el beneficiar al desarrollo cerebral del estudiante, siguiendo las reglas de funcionamiento cognitivo. Igualmente, y con el mismo objetivo en el aula se han incorporado todo tipo de tecnologías. Esto con la idea de «a mayor disponibilidad de recursos, mayor aprovechamiento», lo que no hace sino facilitar la labor de aprendizaje. Aunque al final es el propio alumno quien debe de «aprovechar la oportunidad» de adquirir nuevos conocimientos y desarrollos.

Fundamentos de los procesos psicológicos en el aula

Los procesos cognitivos son aquellos que permiten tratar la información sensorial, tanto externa, como interna, percibirla y analizarla. Todo ello para dar una respuesta adecuada, proceso que se complica, cuando se incorporan otros como la memoria, la atención, la emoción o el aprendizaje.

Cada uno de estos procesos va a ser objeto de estudio, dependiendo del trauma o enfermedad que se esté analizando así. Ejemplos de ello sean trastornos que van a tener una mayor incidencia sobre la atención, como el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (T.D.A.H.). Además de otros que su afectación principal va a ser en la memoria (Enfermedad de Alzheimer); de ahí la importancia de explorarlos, para llevar un seguimiento sobre la evolución del proceso o procesos afectados, lo que informará de la evolución de la enfermedad o traumatismo.

Han sido varias las aportaciones teóricas que tratan de dar cuenta del funcionamiento de procesamiento. El objeto de estudio de la neuropsicología, son los procesos psicológicos como la memoria, la atención o el lenguaje y cómo estos funcionan, se evalúan, y desarrollan con la edad y con el entrenamiento. Igualmente estudia, cuándo estos se ven alterados en su evolución “normal”, en el caso de los trastornos del neurodesarrollo, o cuando estos, una vez conseguidas desarrollar esas habilidades, se pierden, ya sea con el transcurrir del tiempo, especialmente en la tercera edad, o como consecuencia de algún traumatismo o enfermedad.

Existiendo una estrecha relación entre el mundo psicológico y el cerebro, tal y como sucede en el caso de algunos traumas y enfermedades psiquiátricas, teniendo en cuenta, que a medida que la persona se va desarrollando, se van formando nuevas experiencias en la vida, que van moldeando al individuo en cómo es, y lo que hace, afectando a las decisiones presentes y futuras.

La psicología en el aprendizaje

Uno de los aspectos más polémicos, con respecto a los orígenes de la psicología, fueron sus teorías, relativas al trauma infantil, algo que los primeros autores afirmaban, marcaría a la persona el resto de su vida, argumentando que en ocasiones se puede pensar, que las decisiones actuales, no son del todo “libres”, ya que pueden verse determinadas de alguna forma, por la vivencia de experiencias traumáticas del pasado.

Tratar de explicar el comportamiento de un adulto basado en aquello que le pasó cuando era joven, parece una propuesta bastante limitada; pero igualmente, ignorar los acontecimientos pasados, sobre todo si estos fueron traumáticos, puede ser desafortunado, pero ¿Existen evidencias de cómo afectan al cerebro los traumas infantiles?.

Esto es precisamente lo que ha tratado de averiguarse con una investigación realizada conjuntamente desde el Hospital Universitario Hamburg-Eppendorf; la Universidad de Würzburg; el Hospital Universitario Münster; el Hospital Universitario Johann Wolfgang; la Universidad Goethe; el Centro Médico Universitario Johannes Gutenberg; y la Clínica Universitaria de Wuerzburg, (Alemania) junto con el Instituto Karolinska (Suiza) cuyos resultados han sido publicados en el 2014 en la revista científica Social Cognitive and Affective Neuroscience Advance Acess.

En el estudio participaron mil, ciento cincuenta y ocho, de los cuales trescientos veinticinco, fueron excluidos por presentar problemas familiares de salud mental, con lo que al final se manejaron datos de ochocientos treinta y tres adultos, con una media de 25 años. A todos ellos se les administró un cuestionario estandarizado, para evaluar hechos traumáticos durante la infancia, denominado Childhood Trauma Questionnaire (C.T.Q.), uno para evaluar los hechos traumáticos de los últimos doce meses, a través del List of Threatening experiences (L.T.E.); un cuestionario para evaluar la presencia de problemas de ansiedad, a través del Spielberger Trait Anxiety Scales (S.T.A.I.).

Antecedentes de estudio

Los resultados muestran que aquellos que han sufrido hechos traumáticos presentes o en la infancia. Estos van a mostrar significativamente más síntomas depresivos y ansiosos frente a los que no lo han sufrido. Con respecto a la morfología cerebral, se hallaron diferencias en el córtex del cíngulo anterior, resultando este significativamente más pequeño.

Hay que destacar, que los traumas pasados y presentes, tengan los mismos efectos tanto emocionales como cerebrales; aunque estos últimos, no se producen en la amígdala, el centro de control emocional, tal y como cabría esperar, sino en el córtex del cíngulo anterior, encargado entre otros de regular la toma de decisiones, la empatía y las emociones.

Por tanto, se produce una alteración en la morfología, que se puede traducir en un cambio en la forma de relacionarse con los demás, todo ello además unido a la presencia de sintomatología depresiva y de ansiedad.

Basado en estos resultados, hay que evitar, en la medida de lo posible, los traumas infantiles, ya que, aunque no van a determinar el comportamiento adulto, si van a llegar a modificar su cerebro y la forma en que este procesa la información emocional. Tal y como se ha expuesto, el pequeño va desarrollando sus capacidades y habilidades, gracias al contacto social en donde se desarrolla, de ahí la importancia de que el docente conozca sobre los procesos cognitivos y cómo optimizarlos.

El educador profesional y las técnicas de aprendizaje

Para el profesional en educación es necesario tener el conocimiento sobre los diversos procesos de aprendizaje que suceden en el alumnado. Estos procesos permiten que el proceso de transmisión del conocimiento se haga de manera efectiva y rápida. Para dominar este ámbito, el profesional se capacita de manera constante, especializándose en estas áreas de manera completa.

En TECH Universidad Tecnológica se han desarrollado diversos programas educativos enfocados en el profesional y su capacitación. Por ello, su Facultad de Educación oferta programas tales como el Máster en Mejora de la Práctica Docente en Educación Infantil y el Máster en la Formación del Profesor de Biología y Geología en Educación Secundaria. Sin embargo, para aquellos educadores profesionales que buscan enfocarse en el área de la educación desde el cerebro, no cabe duda que su mejor elección será el Máster en Neuroeducación y Educación Física.

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