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La definición más utilizada actualmente define a las pieles sensibles o reactivas como aquellas que tiene un umbral de tolerancia inferior al de una piel normal, esto se debe a que reacciona frente a estímulos a los que una piel normal no reacciona, se caracteriza porque sufre sensación de incomodidad como calor, tirantez, enrojecimiento o prurito, y es frágil, clara y está sujeta a rojeces difusas y/o patológicas.
Epidemiología de la piel sensible y reactiva
Los últimos datos publicados demuestran que la prevalencia de la piel sensible ha aumentado en los últimos años. Según datos publicados por Misery et al. (2016) aproximadamente un 50% de los individuos (60 % mujeres y 40 % hombres) aseguran tener piel sensible, aunque esta prevalencia varía según los países europeos, EE. UU., Japón, Brasil y Rusia Datos publicados en el 2017 apuntan a que la prevalencia mundial de la piel sensible asciende hasta un 40 %.
En España, la prevalencia es elevada, ya que afecta a más de 11 millones de españoles (35,4 % mujeres y 27,9 % hombres). Esta prevalencia aumenta en verano, lo que pone de manifiesto la importancia de la exposición a la radiación ultravioleta, aunque no existe una relación con los fototipos. La piel intolerante no solo la vamos a encontrar en la cara, sino que hay individuos que describen tener afectadas otras partes del cuerpo como pueden ser las manos (58 %), el cuero cabelludo (36 %), los pies (34 %), cuello (27 %), torso (23 %), o espalda (21 %).
La prevalencia de la piel sensible disminuye con la edad, siendo los pacientes más afectados adultos jóvenes con edades comprendidas entre 18 y 50 años. Por otro lado, en lo que se refiere a las etnias concluimos que entre las mismas van a existir diferencias en la forma en la que se expresa el malestar cutáneo, lo que puede ser debido a la variabilidad de hábitos culturales en los países desarrollados.
Etiopatogenia
Es compleja y multifactorial diferenciando entre factores intrínsecos y extrínsecos.
Factores intrínsecos
- Esenciales: Se asocian una serie de cualidades inherentes a la presencia de la piel sensible que son las siguientes:
- Depende del sexo, ya que aparece con mayor frecuencia en mujeres.
- Juventud: la prevalencia es mayor en pacientes entre los 18-50 años.
- Susceptibilidad al rubor o al enrojecimiento.
- Pigmentación de la piel, siendo más frecuente en fototipos I y II.
- Estrato córneo delgado.
- Disminución de la hidratación epidérmica.
- Interrupción del estrato córneo.
- Inervación epidérmica aumentada.
- Aumento de los lípidos neutros y disminución de los esfingolípidos.
- Nivel alto de pérdida de agua transepidermica (TEWL).
- Asociados: Misery et al. , en uno de sus estudios, determinó que los pacientes con piel sensible señalaban que padecían otra enfermedad asociada, que podía ser:
- Acné.
- Eccema de contacto.
- Psoriasis.
- Rosácea.
- Dermatitis atópica.
- Dermatitis seborreica.
- Vitíligo.
Factores extrínsecos
El uso de cosméticos no adecuados suele ser el desencadenante más frecuente de la aparición de la piel sensible, sustancias como el alcohol, butilenglicol, trietanolamina, resorcina, ácido tricloroacético, alfahidroxiácidos suelen estar presentes en los cosméticos y dependiendo de su concentración pueden ser más o menos irritantes. Las cremas con corticoides causan un aumento de la fragilidad de la piel y dan lugar a la aparición de un eritema local crónico que favorece la intolerancia a los cosméticos, originando reacciones de sensibilidad localizada.
Procedimientos cosméticos físicos y quirúrgicos, como la fototerapia, la radiación UVA, la dermoabrasión, el láser resurfacing o la ritidectomía pueden agravar este síndrome. También se incluyen los factores ambientales (frío, calor, viento, contaminación atmosférica) en los que incluimos el estilo de vida (dietas ricas en especias, alcohol, café; prácticas de higiene corporal como el afeitado en varones, de duchas excesivas y los productos de higiene corporal) y los factores socioculturales (estrés, moda debido a la amplia publicidad que se da últimamente de la piel sensible). En el caso de la cuperosis y la rosácea intervienen microorganismos como el Demodex folliculorum y Helicobacter pylori.
Fisiopatología
En el estrato córneo de la piel sensible aparecen una serie de alteraciones, tales como:
- Pérdida de la función de la barrera cutánea.
- Eliminación de lípidos.
- Eliminación de sustancias solubles celulares y agua.
- Desnaturalización y desdoblamiento de proteínas.
- Cambio en el contenido detectable de enzimas.
- Aumento de la permeabilidad (TEWL).
- Mayor estimulación neurosensorial.
Estos cambios originan una pérdida de la función barrera de la piel lo que facilita la entrada de microorganismos o sustancias externas, y una pérdida de elasticidad que causa pequeñas fisuras y descamación posibilitando la entrada de sustancias agresivas e irritantes aumentando la posibilidad de desencadenar una reacción alérgica, por otro lado, también favorece que se produzca una mayor pérdida de agua por evaporación, lo que provoca que sean pieles propensas a la deshidratación y la sequedad, lo que genera una disminución del umbral de tolerancia.
La piel sensible no es necesariamente alérgica, se trata de un tipo de piel que reacciona de manera extrema a los ataques externos. Esta hiperexcitabilidad se relaciona con alteraciones en las terminaciones nerviosas.
Manifestaciones clínicas
Determinar si un paciente presenta o no piel sensible es una labor complicada porque vamos a tener que basarnos en su autodiagnóstico. Clínicamente se caracteriza por síntomas subjetivos como son la falta de flexibilidad y la sequedad de la piel. Asociada a la piel sensible siempre vamos a poder observar los siguientes signos: eritema, telangiectasias, descamación, xerosis, habones, y aparecen de forma constante la picazón, el ardor, el escozor y la sensación de tirantez. Las zonas de la cara que presentan una mayor afectación son las siguientes:
- Pliegue naso labial debido a la permeabilidad de su capa córnea, alta densidad de glándulas sudoríparas y folículos pilosos y a la elevada inervación de la zona.
- Eminencia malar.
- Barbilla.
- Frente.
- Labio superior.
Como parte de la piel sensible y reactiva, hay pacientes que presentan enrojecimientos y pequeños vasos sanguíneos visibles en el rostro, a menudo de forma transitoria aunque este fenómeno puede empeorar gradualmente y las manifestaciones cutáneas pueden volverse permanentes. Los enrojecimientos o vasos visibles, en todas sus manifestaciones cutáneas se deben a una anomalía del sistema venoso del rostro que no funciona con normalidad.
Estos enrojecimientos, con o sin sensación de ardor o quemazón, son pasajeros o con una duración un poco mayor. Cuando estas rojeces son pasajeras se denominan flushes o rubor. Al principio no tienen ningún problema, hasta que se hacen permanentes pasando a conocerse como eritrosis, caracterizado porque los vasos sanguíneos del rostro se dilatan rápidamente y se recuperan después, pero con el tiempo se pueden convertir en permanentes, originando la cuperosis.
En la cuperosis, los capilares están más dilatados y se aprecian a simple vista, “telangiectasias”, junto al enrojecimiento y congestión en la zona media de la cara. La piel puede presentar picor y sensación de quemazón.
Clasificación de la piel sensible
Actualmente se diferencian tres formas en función de la intensidad de los síntomas clínicos:
- Piel muy sensible, seca o grasa, también denominada intrínseca: reaccionan con intensidad a los agentes exógenos y medioambientales, así como a factores endógenos. Los síntomas clínicos son agudos y permanentes, y por consiguiente suelen afectar al paciente con importante repercusión psicológica.
- Piel sensible medioambiental: suele ser una piel clara, seca, fina, que reacciona con fenómenos medioambientales como el frío, o el calor.
- Piel sensible cosmética: reacciona con los cosméticos, es fácilmente identificable.
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