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En el presente artículo estudiará la transformación del turismo en el tiempo, desde la prehistoria hasta los detalles del siglo XXI. Pasará por las etapas más relevantes de la historia, incluyendo las primeras civilizaciones, la edad media, entre otros, hasta el concepto que se sostiene de dirección de turismo en la actualidad.

Historia del turismo

El turismo es un fenómeno que implica movimientos demográficos de carácter temporario y voluntario, con un fin recreativo. Sin embargo, no todos los movimientos demográficos presentan obviamente éstas características, tanto si consideramos los movimientos de carácter temporal como los de carácter permanente. Es así que estos dos tipos de historia también se encuentran perfectamente relacionados, pero que a su vez presentan diferencias.

Los grandes viajes que se han dado a lo largo de la historia sirven a efectos de la elaboración de una historia del turismo. Se debe a que pueden observarse similitudes con la visión del turista. Sin embargo, cabe resaltar que resultaría ilógico utilizarlos como elementos que justifiquen la existencia del fenómeno.

El viajero pre turístico y el moderno turista presentan similitudes ideológicas y materiales. El viajero (al igual que el turista moderno) vive en una realidad transformada en espectáculo. Es decir, contempla la sociedad visitada o huésped desde los ojos de un espectador. Tanto en la antigüedad como en el occidente medieval, los viajeros se sorprendían al observar las sociedades que visitaban, recordando aquellas cuestiones que más les llamaron la atención: el viajero, al transitar por distintos espacios geográficos y ser portador de significados culturales, se convertía en una forma social de comunicación.

El turismo prehistórico

Una de las zonas más pobladas de la Tierra al final de las glaciaciones fue Afrasia, denominación que da el historiador y antropólogo australiano Vere Gordon Childe a la franja de tierra comprendida entre el Atlántico al oeste, el valle del Indo al este y los paralelos 25 y 35 de latitud norte. Este territorio es el escenario en el que tuvieron lugar los primeros desplazamientos de los seres humanos. Fue en las regiones de Afrasia donde hace treinta o cuarenta milenios surgieron las primeras culturas sedentarias. Allí iban los pueblos que abandonaron las estepas, donde se alimentaban cazando en épocas de abundancia. Terminaban instalándose en los valles de los ríos y en los oasis para alimentarse ahora por medio de la agricultura y la domesticación de animales.

El hombre paleolítico cambiaba de lugar, viajaba, migraba. Era nómada. La búsqueda de satisfacción de sus necesidades lo llevaba a cambiar de lugar, a moverse. Este primer comportamiento se manifiesta también en los viajes de tipo turístico. Podemos considerar que el turismo es una forma de migración momentánea y periódica. Así, las sociedades paleolíticas entraban en un contacto cultural con otras sociedades distintas, existiendo la posibilidad de que se haya practicado el comercio con ciertas limitaciones. El cambio de lugar de residencia permitía que el hombre se encontrase con individuos de similar naturaleza.

La revolución neolítica trae aparejado el surgimiento de las sociedades sedentarias. La agricultura y la domesticación de animales constituyeron la base de aquella nueva economía de producción (la economía neolítica), cuyas consecuencias fueron trascendentales para la historia de la civilización. Existe una estrecha vinculación entre la agricultura y la vida sedentaria. La actividad agrícola vincula estrechamente al hombre con la tierra, produciéndose una transformación del hábitat. El refugio temporal o el campamento nómada, característicos de las sociedades paleolíticas, dejan lugar a la aparición de poblados estables, cuya situación se encuentra ligada a la tierra cultivada.

Primeras civilizaciones

Las primeras civilizaciones, en la antigua Mesopotamia o en la Isla de Creta, donde floreció la cultura minoica del 2000 al 1500 a. C. y en la península griega de los micénicos, que prosperaron hasta el 1200 a.C. trazaron caminos para desplazarse de un lugar a otro. ¿Y quiénes viajaban? Tres grupos principalmente: los militares, los oficiales del gobierno y las caravanas. Los romanos después se dieron cuenta de que los caminos eran básicos para mover sus vehículos de guerra de forma eficaz. Como expandieron su imperio desde el Mediterráneo en occidente hasta el Golfo Pérsico en el oriente, los asirios mejoraron mucho los caminos para usos militares.

La historia de los caminos se relaciona con la centralización de las poblaciones en ciudades poderosas. Alejandro el Grande encontró caminos bien construidos en India, en 326 a.C. En Persia (ahora Irán), todas las ciudades y provincias estaban unidas por caminos a la capital, Susa. Estos caminos se construyeron entre el 500 y 400 a.C. Uno de estos caminos tenía 2.414 km de largo.

Edad media

La caída del Imperio Romano de Occidente representa el acontecimiento que tradicionalmente separa a la Edad Antigua de la Edad Media. Esto según el esquema legado por la época renacentista, particularmente desde 1550 cuando Giorgio Vasari comenzó a utilizar la periodización tripartita (Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna) que fue transformándose en habitual. Del mismo modo, como fecha de finalización del período medieval, se toma, generalmente, la conquista de Constantinopla por los turcos musulmanes (1942), el descubrimiento de América (1492) u alguna otra fecha situada entre la segunda mitad del siglo XV y los inicios del siglo XVI.

Respecto a la cuestión económica, la crisis del Bajo Imperio se acentuó hacia los inicios medievales. Significaban una pérdida de la importancia de las ciudades y un decaimiento general del comercio, quedando los caminos prácticamente desiertos. En el siglo VII no había en Francia más que las vías que habían sido construidas por la Roma clásica, pero en pésimas condiciones. El sistema de producción económico se fue volviendo progresivamente en predominantemente rural.

Como consecuencia de este panorama, el viaje fue perdiendo importancia hasta reducirse al mínimo los desplazamientos. La inseguridad, la fragmentación político social, el nuevo sistema de producción y la nueva doctrina cristiana fueron los elementos que contribuyeron a ello. Pero el cristianismo contribuye a los viajes de la época, a partir del fenómeno social de las peregrinaciones. Los viajes, entonces, se caracterizan fundamentalmente por la visión religiosa. Las peregrinaciones religiosas constituían el tipo de viaje característico de este período. Aunque aún no presentan la relevancia que adquieren en el siguiente período medieval.

De la edad moderna hasta el siglo XX

El turismo es un fenómeno socio-cultural de la sociedad industrial y post-industrial. No existió desde siempre, ya que fue inventado por la aristocracia británica en el siglo XVIII y se difundió en el siglo XIX en las clases rentistas por imitación. En la segunda mitad del siglo XX, la burguesía (y luego una parte de las clases populares de Europa) se apropiaron de lugares y usos turísticos. El proceso de invención de distinción perdura y da sentido a cambios más profundos que los de la moda.

La invención de la imprenta fue decisiva. Con ella aparecieron las guías para viajeros, de las cuales podemos señalar como prototipo la de Etienne (1551), la guía Baedeker de la época, según Dedeyan. Sus cualidades prácticas y su erudición simple se impusieron en este género. Con su guía en la mano, los viajeros curiosos escribían sus diarios de viaje. La mayoría se han perdido, aunque algunos han podido ser recuperados tras la muerte de sus autores y generalmente por azar.

El viajero del XVI, y enseguida el de los tiempos modernos y el turista de los siglos XIX y XX, se sienten obligados a ver lo que debe ser visto, a anotarlo, a respetarlo. En fin, el «sight-seeing» nació en el siglo XVI. Entre lo que debe ser visto, el siglo XVI situó a Italia en el primer lugar, debido, sobre todo, a sus monumentos romanos. Esta primacía de Italia perdurará durante más de tres siglos. Aunque Italia no es el único destino. Los viajeros elitistas querían conocer Francia y aprender el francés, lengua universal de los tiempos modernos. Visitaban París y el valle del Loira. La curiosidad de los viajeros pronto se extendió a los Países Bajos y al valle del Rin.

Turismo contemporáneo

Siglo XX

El turismo es una salida vacacional no solo para altas clases. Se experimenta en Europa desde principios del siglo XX, en el que se le empieza a llamar como un fenómeno de masas o un agente de construcción nacional. Los regímenes fascistas (aunque no sólo ellos) hicieron del turismo un verdadero fenómeno social que movilizaba a millones de personas en vísperas de la II Guerra Mundial. También rompía con la sociedad de clases y el concepto elitista de las vacaciones.

El papel del turismo es la creación y aceleración de las sociedades de consumo. Es cierto que, al surgir como especialidad es relativamente tarde, a finales de los 80 ya había triunfado rotundamente en la mayoría de los países europeos y EEUU.

La difusión del turismo en el siglo XIX se hizo exclusivamente dentro del grupo social de los rentistas, quienes entonces en Europa podían representar del orden de la décima parte de la población. En esa época, el turismo quedaba fuera del horizonte cultural de la burguesía manufacturera y comercial. Las clases menos pudientes en la jerarquía social imitaban a las clases superiores, sin inventar formas propias de turismo. Los rentistas hacían lo mismo que la aristocracia.

Cambio en el siglo XXI

Dentro de las características generales que implica el desarrollo del sector turístico en el siglo XX, se determina una serie de factores que lo condicionan.

El turismo es un sector muy dinámico con elevadas tasas de crecimiento a largo plazo. Esta dinámica exacerba sus virtudes y defectos. Al mismo tiempo, agudiza las tensiones, haciendo crecer sus desventajas con el tiempo. Especialmente en lo referente a sus impactos sobre el medio.

También se agudizan en los últimos años los impactos de explotación de clase y sus consecuencias sobre la distribución de la renta. Se da en un contexto profundamente desregulador que facilita el incremento de la explotación de los trabajadores. Dicho proceso desregulador facilita también fuertes dinámicas especulativas que, vía especulación inmobiliaria, afectan en procesos de intensidad variable en el tiempo a las actividades turísticas (a ritmo de burbujas que destruyen estabilidad y medio ambiente, reduciendo incluso los atractivos turísticos).

En definitiva, tanto las tendencias desreguladoras del régimen de acumulación, vigente desde hace cerca de cuarenta años, como la dinámica propia de crecimiento elevado a largo plazo de las actividades turísticas, son factores que reducen los efectos positivos del turismo y expanden los impactos negativos. El crecimiento ilimitado en un mundo limitado, al mismo tiempo, hace que la contradicción ambiental se acentúe en un sector de crecimiento fuerte.

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