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La aproximación terminológica de fenomenología comprende el estudio de la historia y la religión, debido a que debe analizarse desde su origen y desarrollo. Diversos autores filósofos han dejado registro de su propio acercamiento al método fenomenológico, y estas ideas también deben ser tenidas en cuenta a la hora de profundizar en dicho concepto.
Nacimiento de la ciencia
La palabra fenomenología proviene del griego antiguo y está compuesta por dos términos. Estos son, específicamente, φαινόμενoν (fenómeno) que significa aparición o fenómeno; y λóγος (logia) que significa estudio o tratado. Para los griegos de la Antigüedad, este término era sinónimo de apariencias. Implicaba brillar, aparecer o hacer ver, y se utilizaba en forma plural generalmente. Posteriormente, los romanos retomaron el término y lo transformaron en phaenomĕnon, con un significado muy cercano al griego.
Para Platón, los fenómenos son contrastados con la realidad verdadera, aún con los seres. Incluso los fenómenos se piensan como afines a meras representaciones, es decir, como phantásmata. Este sentido antiguo de fenómeno es entonces una mera apariencia opuesta a la realidad y se conserva aún en la modernidad, pues Leibniz hablaba de phenomena sive apparitiones.
En la actualidad, se define el término fenomenología como un estudio filosófico que estudia todo lo relacionado con los acontecimientos que rodean a un objeto, su relación con el medio ambiente en el que se desarrollan los hechos y el cómo influye la cosa en dicho fenómeno. Es decir, la fenomenología es una ciencia que estudia el comportamiento del entorno de un hecho, producto, suceso o servicio.
Fases, personajes e ideas de configuración
La Fenomenología tuvo diferentes precursores. Sin embargo, vino a encontrarse como posible disciplina de reflexión y ejercicio de la consideración de fenómenos en el siglo XVIII con las ideas de Johann Heinrich Lambert, el primero que estableció una fenomenología como tal.
Lambert llevó el término fenomenología al ámbito netamente filosófico al hacerla una de las cuatro partes de su teoría de la realidad, contenida en su obra Neues Organon. Lambert aludía con el nombre de fenomenología a una disciplina que estudiaba los fenómenos. Estos son conceptuados por él como los rasgos ilusorios de la experiencia humana. Para él, la fenomenología era una teoría de la ilusión y, concretamente, una teoría de la apariencia.
Así mismo, consideró que sería defectuoso o engañoso por el hecho de presentar mezclados elementos verdaderos y falsos. Pero, aparentemente, más los segundos que los primeros. Por ello se entiende el esfuerzo por distinguir entre lo verdadero y lo falso, pues en el fenómeno no está lo verdadero. Y si lo está, ha de ser deslastrado de lo que se mezcla con él en el fenómeno.
- La dianoiología: se refiere al arte de pensar.
- La aletiología: como su nombre sugiere, se elabora sobre la doctrina de la verdad.
- La semiótica: doctrina del carácter exterior de lo verdadero.
- La fenomenología: ciencia ampliamente descrita.
El método fenomenológico
Este método establece que el investigador debe empezar por realizar una reducción histórica de sus experiencias con el fin de lograr un juicio objetivo y neutral que le permita acceder a una conciencia pura. Tal teoría implica una suspensión del mundo natural. Es decir, desconectar todas las concepciones filosóficas, teológicas, científicas, axiológicas que se tienen del mundo natural. Asimismo, impiden describir los fenómenos tal como se manifiestan desnudamente a la conciencia.
Lo anterior es posible, sólo en la medida que se pueda ser libre de cuestionamientos y prejuicios. Deja entre paréntesis todo lo conocido o experimentado acerca de lo que se va a analizar, esto es conocido como epojé. Este método continúa con la búsqueda de fenómenos puros (esencias o eidos) a partir de las vivencias captadas por la conciencia, lo que se logra a través de la reducción eidética.
Pertinencia en la educación
La relación entre la fenomenología y la educación se establece a partir de la noción de sentido. Toma en cuenta que la educación es la transmisión que una sociedad le hace a sus miembros de un sentido cultural relacionado con el mundo. En este sentido, San Martín (1986) consideró que la fenomenología radica en comprender y hablar de la realidad desde la experiencia de la realidad. Al igual que se percibe el sentido que transfiere la educación, únicamente es factible hallarlo en la experiencia que una sociedad ha poseído de la realidad.
De esta manera, se concibe que la educación sitúa en el método fenomenológico no solo una alternativa de interpretación y comprensión, sino que encuentra en este método su propio sentido. Así establece desde la fenomenología la reflexión educativa hacia su propia esencia.
Fenomenología hermenéutica
La fenomenología en la educación se ajusta a las experiencias de los agentes de la comunidad educativa, así como en el entendimiento del significado y el sentido de estas. En este método, se patrocinan procedimientos y técnicas específicas para la recopilación de información, tratamiento e interpretación de dichas experiencias. Por ende, es oportuno recalcar que el enfoque fenomenológico demanda, como condición indefectible, el conocimiento de los principios filosóficos que sostienen esta teoría.
Martínez (1996) aseguró que la educación se centra en el fenómeno, tal cual se muestra en la conciencia del individuo. En ello se destaca la significación que da este método al mundo vivido y que forma parte del trasfondo que sustenta su comportamiento.
Para Husserl, la fenomenología no ansía descartar nada de lo representado en la conciencia. Sin embargo, prioriza aquello que se muestra, ya que el individuo únicamente puede hablar de su experiencia, de lo que se deriva que el comportamiento del ser humano esté definido por sus vivencias. Por último, se observan las siguientes fases del método fenomenológico hermenéutico:
- Etapa previa o clarificación de presupuestos.
- Recoger la experiencia vivida.
- El tema fenomenológico.
Fenomenología de la religión
El ser humano es por naturaleza un ser dotado de trascendencia capaz de religarse, pues desde la prehistoria es un homo religiosus que se proyecta como una constante transcultural y universal. Su finitud radical humana lo ha llevado a verse y sentirse criatura con una profunda necesidad de ligarse a lo tremendo, mistérico y sagrado. M Eliade llama a esto «ruptura de nivel», en el que la vida ordinaria entra en el orden del agrado y se muestra como trascendencia en una serie de manifestaciones religiosas.
Por otro lado, las expresiones que a lo largo de la historia se han mostrado con un mayor o menor nivel de acercamiento o distanciamiento frente al hecho religioso son diversas. Una de estas fue la de Feuerbach, con la que afirmó homo hominideus y “el hombre es dios para el hombre”. O la de san Agustín, “Deus interior intimo meo et superior summo meo” que se traduce como “Dios es lo más profundo y cimero del hombre”. Toda la filosofía moderna y contemporánea lleva en su reflexión la resonancia del grito agustiniano “nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Goethe, admirando la maravilla de la cultura helena, afirmó que “cada uno sea griego a su modo, pero que lo sea”.
Desarrollo histórico
Se suele señalar a Chantenpie de la Saussaye como el padre de esta disciplina, quien ofrece por primera vez un estudio fenomenológico de la religión en su obra Manual de historia de las religiones. Sin embargo, los antecedentes se remontan más atrás por cuanto ningún estudio del hecho religioso puede prescindir del aspecto fenomenológico.
En un principio, es en la Antigua Grecia donde se hallan los primeros antecedentes de un interés concreto por el hecho religioso. Los filósofos griegos identifican a Dios con una sustancia, con la causa primera y le asignan a la religión un papel legitimador de la presencia de Dios en la cultura y en la sociedad. Es por esto que los poemas de Homero y Hesíodo, quienes en sus relatos míticos racionalizan el hecho religioso, no hacen un estudio del hecho religioso, sino que reflexionan sobre lo divino. Posteriormente, serán pensadores como Platón y Aristóteles quienes, al hacer una crítica a la teología mítica, sustituirán el excesivo antropomorfismo del mito griego por una teología natural que intentará explicar el mundo desde una realidad divina como causa última de todas las cosas.
Objeto y contenido
El fenómeno religioso, al igual que cualquier otro fenómeno, tiene una doble relación entre sujeto y objeto basada en el carácter intencional propio de la conciencia y sujeto. En la fenomenología de la religión, el objeto es lo sagrado y el sujeto es el hombre creyente. Esta relación se manifiesta mediante actos humanos que revelan sentimientos de dependencias respecto a algo superior y trascendente. Por ende, la comprensión de la actitud religiosa escapa a los datos de las ciencias, cuya metodología es incapaz por si misma de alcanzar la estructura íntima del fenómeno. Por esto, es necesaria otra forma de acercamiento que haga posible penetrar la intimidad del dato y descubra su formalidad específica.
En cuanto a la demostración del fenómeno existen tres niveles distintos:
- Vivencia.
- Comprensión.
- Testimonio.
Método
- Descripción del hecho: es el punto de partida para la observación del hecho que se le muestra al sujeto, lo dado en la experiencia y combinado con la reflexión que determinará la comprensión intelectiva con el dato observado. Esta es la fase descriptiva y centrada en la esfera apariencial del objeto en cuestión. Aplicado al hecho religioso, la fenomenología se sirve de la acumulación de datos históricos, sociológicos y sicológicos que exigen una sistematización y discernimiento.
- Interpretación: la descripción no es suficiente para sacar conclusiones, por lo que es preciso recurrir a otros elementos que subyacen a las manifestaciones externas. En el caso de una experiencia religiosa, se constituyen en un principio agente del fenómeno. Lo que se muestra en el exterior es una manifestación de una actitud profunda, que responde a una vivencia o experiencia única. Los diversos descubrimientos hechos a partir de relaciones de dependencias con lo sagrado, en contextos socioculturales distintos, han permitido interpretar e identificar la religión como fenómeno humano original y específico a partir del encuentro del hombre con Dios en una nueva esfera de la realidad.
Presupuesto metodológico
- El hecho religioso: es un hecho humano específico, ubicado dentro de un tiempo y espacio concreto, ya que su historicidad está fuera de duda y su objeto de investigación no es su existencia propiamente, sino su esencia.
- Religión como un hecho humano complejo y significativo: la estructura del hecho religioso es sumamente compleja e involucra una serie de elementos con significación específica sujetas a la intencionalidad del sujeto humano. En esta estructura, entran en juego la parte propia del ser humano, el sujeto o noesis. El elemento objetivo, el noema, que cualifican el hecho religioso dotándolo de sentido. Descubrir esta significación es tarea de la fenomenología de la religión.
Términos filosóficos para la religión
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