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El miedo intenso a ganar peso es la característica principal de los pacientes con trastornos de la conducta alimentaria. Como el miedo se trata de una emoción con una función muy concreta, se trata de un mecanismo de alerta que se activa sólo con imaginar un suceso. La forma que tiene el organismo para enfrentarse a esta alarma es evitando lo que genera esta sensación negativa.

Investigaciones

Investigaciones recientes hablan de que, dependiendo de si la amenaza está presente o tan sólo se imagina, el organismo puede reaccionar de tres formas diferentes:

  • Si la amenaza está presente, la respuesta es desde la acción y bien quedan paralizados o bien se huye. Por otro lado, si es una amenaza próxima, lo normal es estar tensos y en continua vigilancia.
  • La respuesta en esta situación es reducir las sensaciones de dolor si la amenaza está presente mientras que cuando es imaginada aumentan.
  • Probablemente esto ocurre porque, en el primer caso, la respuesta es emocional (sistema límbico) mientras que en el segundo caso es cognitiva (córtex prefrontal).

Por tanto, el miedo a ganar peso es una amenaza imaginada donde la persona está en continua vigilancia y en tensión. Mantiene todo un entramado cognitivo que la mantiene atrapada aumentando el dolor sentido. La principal característica del trastorno es la incapacidad persistente para comer adecuadamente, lo que se manifiesta por:

  • Una pérdida o incapacidad significativa para ganar peso.
  • Una significativa deficiencia nutritiva.
  • Dependencia de alimentación enteral (o por sonda directa al estómago cuando no se ingiere alimento voluntariamente) o de suplementos nutritivos.
  • Se observa una notable interferencia en el funcionamiento psicosocial.

Criterios

  1. Criterio A: para que se cumpla el primer criterio diagnóstico del trastorno, debe darse al menos una o más de las cuatro circunstancias expuestas. El trastorno no se explica mejor por una falta de disponibilidad de alimentos ni por prácticas culturalmente aceptada.
  2. Criterio B: además, no se debe producir en el trascurso de una anorexia nerviosa o una bulimia nerviosa. Se debe descartar, además, la existencia de trastornos que afecten a la forma en que se experimenta el propio peso o constitución corporal.
  3. Criterio C: no se acompaña de enfermedad digestiva ni de otra enfermedad médica (por ejemplo: reflujo esofágico) suficientemente grave como para explicar el trastorno de evitación o restricción de ingestión alimentaria.
  4. Criterio D: el trastorno alimentario no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental.

Características descriptivas

La evitación o reducción de la ingesta se puede manifestar de muchas maneras. Los niños con trastorno de evitación/restricción alimentaria suelen mostrar afecto irritable, apatía o estar retraídos, sobre todo durante las comidas. Esto ocasiona una pérdida de peso o un crecimiento deficiente. En niños de pocos meses se puede observar que, durante la toma de la leche, están demasiado adormecidos, angustiados o agitados. Así se dificulta la alimentación del bebé y la relación entre la madre (o cuidador/a) y el niño. Por su parte, los niños pequeños pueden mostrar desinterés en la ingesta no mostrando que tienen hambre o no interactuando con el cuidador durante la alimentación.

Suelen querer hacer otras actividades. A menudo muestran rabietas cuando tienen que dejar lo que están haciendo para comer. En niños mayores o adolescentes, la evitación o restricción de alimentos suele aparecer en el contexto de un cuadro patológico emocional que no cumple los suficientes criterios diagnósticos para trastornos de ansiedad, depresivos o bipolar.

En algunos casos, los problemas en la interacción padres-niño, contribuyen al problema alimentario del niño o a exacerbarlo (por ejemplo: presentar inadecuadamente el alimento o responder al rechazo que el niño hace del alimento como si se tratara de una agresión). La insuficiente ingestión calórica y energética contribuye a exacerbar las características asociadas como el ánimo irritable o los retrasos del desarrollo.

Ciertos factores propios del niño se asocian a veces al trastorno. Entre ellos se incluyen algunas deficiencias de la neurorregulación (dificultades en el sueño-vigilia, regurgitación frecuente, períodos de vigilancia impredecibles) y alteraciones preexistentes del desarrollo que hacen al niño menos susceptible a responder correctamente. Otros factores de riesgo asociados al trastorno son la psicopatología de los padres y el maltrato o abandono del niño.

Trastornos de conducta alimentaria

La realidad de los trastornos alimentarios han ido cambiando en los últimos años. Con el auge de la tecnología y el acceso a redes sociales, las personas se han dejado llevar por el mal uso de la información y los estereotipos definidos por la sociedad.

Enfermedades como la anorexia o la bulimia se ven cada vez más seguido en los consultorios médicos. TECH Universidad Tecnológica ofrece programas de profundización como el Máster en Intervención Psicológica en los Trastornos de la Personalidad y Psicosis y el Máster en Psicoterapia Cognitivo-Conductual para todos aquellos profesionales que desean ayudar a los pacientes con estos trastornos.

Por otro lado, y haciendo un énfasis más claro en los desórdenes alimenticios, el Máster en Intervención Psicológica en Trastornos de la Conducta Alimentaria se trata de la oportunidad perfecta para direccionar los pensamientos negativos de las personas en herramientas para enfrentar sus emociones.

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