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El concepto de coaching enseña a definir objetivos para comenzar a orientar dicho proceso comunicacional a la acción. Es decir, se debe elaborar un plan de acción completo que sea capaz de implicar, motivar e impulsar el cambio en el sujeto. Así mismo, desarrollar habilidades y actitudes capaces de generar un vínculo terapéutico adecuado, basado en el respeto y la confianza, se logra a través de la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Qué es el coaching?
Proceso dirigido a un objetivo
El coaching es un proceso de cambio personal basado en el acompañamiento. A través de tal proceso, un/a profesional (coach) acompaña a un cliente (coachee) para que éste logre un objetivo. La primera característica del coaching es su finalidad destinada al logro de un objetivo; una meta. La meta del proceso de coaching es el elemento que va a determinar el desarrollo mismo del proceso.
Es un proceso (camino) que tiene una meta señalada (destino). En ocasiones, el sujeto puede no tener ni idea de qué meta quiere seguir, no sabe dónde quiere ir. El primer paso del proceso de coaching consiste precisamente en eso: definir el destino, la meta. Se logra a través de un análisis de los propios valores y creencias, el entorno y sistema actual del sujeto.
Importancia de definir un objetivo
Definir un objetivo es la base para comenzar el proceso de coaching, ya que el objetivo va a determinar el camino o la dirección a seguir. No definir el objetivo implica comenzar un viaje sin destino y, como consecuencia, un gasto de energía y recursos probablemente innecesario.
Empezar por el final
Aunque definir los objetivos es el primer paso necesario para comenzar el proceso de coaching, a menudo puede ser más complicado de lo que en primer momento puede parecer. La meta final puede y suele no ser algo de lo que el sujeto sea consciente en un primer momento.
La primera labor del proceso de coaching ha de estar enfocada en guiar al sujeto hacia el final. Es decir, ayudarle a que sea consciente de dónde y cómo se quiere ver en un futuro. El proceso de coaching empezará, por lo tanto, por el final, guiando al sujeto para que sea consciente de cuál quiere que sea ese punto final. A través de un proceso de autoconcepto, se supone la conciencia de los propios valores, las creencias y las motivaciones más profundas.
Cómo definir un objetivo SMARTER
Determinar el objetivo supone definir el destino o el punto de llegada. Es esencial que este objetivo sea verdaderamente estimulante e inspirador para el sujeto, para que pueda implicarse en su consecución. Definir un objetivo SMARTER supone hacerlo de tal forma que se guía al sujeto para que pueda ir recorriendo el camino hasta conseguir las metas. La palabra SMARTER se forma con una serie de siglas que significan lo siguiente:
- S (Specific): Específico. El objetivo debe estar formulado de forma clara.
- M (Measurable): Medible. Debe tener un referente de medición. Por ejemplo: correr tantos kilómetros, adelgazar tantos kilos, leer tantas páginas, llegar a tal nota de promedio, etc.
- A (Attainable): Alcanzable. ¿Es realista el objetivo planteado?
- R (Results Oriented): Retador. Ha de suponer un esfuerzo adecuado para que el sujeto logre sus objetivos.
- T (Time Bound): Tiempo Limitado. Sigue plazos temporales. Consiste en poner una fecha final, no importa si es flexible o no, pero sí que implique orientarse temporalmente.
- E (Ecologic): Ecológico. Se valora cómo cambiará la vida del sujeto cuando lo consiga. ¿Qué cosas se han dejado atrás?
- R (Reward): Recompensa. Ha de suponer una recompensa atractiva y beneficiosa para que el sujeto se esfuerce por conseguirlo.
De objetivo aparente a objetivo real
Una vez establecido el objetivo SMARTER, el siguiente paso consiste en hacer el objetivo real. En un primer momento, la meta es un objetivo aparente. Hacerlo real consiste en conseguir que el sujeto se implique y comience a movilizarse hacía el logro de este.
Proceso entre personas
El coaching es un proceso que tiene lugar entre dos personas, el coach o profesional que guía al coachee, persona que quiere cambiar. Esta relación será clave para el buen funcionamiento del proceso de coaching.
Marco o contexto de coaching
El proceso de coaching se produce en un contexto relacional. Para alcanzar la meta, se ha de recorrer un camino, el cual es necesario para lograr la meta. Sin embargo, no se ha de recorrer solo y tampoco a ciegas. El coaching consiste en realizar un acompañamiento a la persona para lograr unos objetivos concretos, ya definidos de antemano. Se trata de un proceso facilitador que supone impulsar al sujeto para que aproveche y conozca sus potencialidades.
Relación de coaching
La relación es una relación de acompañamiento. Se ha de señalar que este es un acompañamiento guía, pero en ningún momento ha de ser directivo. ¿Qué quiere decir? Que si el coach se encargara de dirigir a su coachee, le estaría dando algo que no tiene y se estaría situando en un plano de superioridad. El proceso de coaching parte de la premisa de que el coachee posee los recursos para conseguir sus objetivos y metas. De hecho, a lo largo del camino, el coachee a menudo descubre que dispone de muchos más recursos de los que en un primer momento habría pensado.
Influencias en el proceso de coaching
El coaching, por lo tanto, es un proceso interactivo de desarrollo. Se basa y se sirve de la interacción entre ambos sujetos, coach y coachee, para el logro de sus fines. Se trata de un proceso cargado de influencias para ambos agentes. Por lo tanto, es muy importante la calidad de esta interacción, ya que va a determinar la capacidad del coachee para activar el cambio del sujeto. En esta relación de doble influencia, es esencial diferenciar el papel de cada uno de los agentes en el proceso:
- Coach. Tiene el papel de guía y de incentivador. Es el agente que impulsa el cambio en el otro.
- Coachee. Tiene un papel activo, protagonista y responsable del cambio.
Confianza
La confianza es uno de los aspectos primordiales de cualquier tipo de relación entre personas. En la relación de coaching, esta confianza cobra todavía un papel más importante, ya que va a ser la clave para que el proceso funcione y conlleve el logro de los objetivos propuestos. Se apoya en la seguridad que proporciona creer en el otro. Cuando el otro transmite credibilidad, nos sentiremos seguros y confiaremos en aquello que nos diga. El coach debe transmitir confianza para que el proceso pueda funcionar.
Según la psicología social, la confianza se construye a partir de la sinceridad, la competencia y la credibilidad. El coach ha de desarrollar estos tres pilares.
Respeto
Este es otro de los pilares de la relación entre coach y coachee. El respeto es la base de la confianza ya mencionada. Además, implica aceptar al otro. Todo ello conlleva la necesaria cooperación mutua para que el proceso de coaching sea efectivo.
En el código ético del coach de OCC-Internacional, el respeto es la piedra angular en toda relación de coaching. Este respeto ha de ser mutuo, pero se hace manifiesto en algunas características de la labor del coach:
- El coach se limita a ser guía, respetando en todo momento las decisiones del coachee.
- En este sentido, el coach ha de ser completamente imparcial con las decisiones del coachee, respetando las mismas y dejando a un lado sus preferencias o ideas preconcebidas.
- Deben trabajar su empatía para ponerse en lugar del coachee, respetando sus valores, motivaciones y creencias.
El vínculo
Entre el coach y el coaching se produce una relación que será la base del proceso que promueva el cambio. En toda relación se produce un vínculo y también en la de coaching. El vínculo es lo que nos une al otro y nos conecta. Al crear un vínculo con otra persona, se transfiere mutuamente parte de lo que somos, buscamos, necesitamos, deseamos y valoramos.
En la relación de coaching, este vínculo es esencial ya que se genera una alianza que se convierte en el punto de encuentro entre coach y coachee. Se trata de un vínculo diferente al de otros tipos de relaciones, que se basa en la confianza y el respeto mencionados, para poder abordar el proceso de cambio.
Un proceso comunicacional
El coaching supone un proceso comunicacional. El proceso de coaching consiste en una relación bidireccional basada en la mutua comunicación. El coach comunica interés, curiosidad, entusiasmo y apoyo, y el coachee comunica sus valores, necesidades, aspiraciones, problemas y soluciones. La comunicación se convierte, por lo tanto, en la herramienta más poderosa del coaching.
El poder del lenguaje
El lenguaje nos permite comunicarnos. A través del lenguaje podemos establecer vínculos y relaciones con los demás. El lenguaje es un fenómeno interactivo que surge y se desarrolla en el seno de las interacciones sociales; en el seno de una conversación que tiene la intención de transmitir y recibir información. En este sentido, el lenguaje y su herramienta, la conversación, van más allá del habla. Incluye elementos tan importantes como la escucha, los gestos o los silencios.
Tiene un gran poder en las relaciones humanas y en el proceso de coaching. Este lenguaje será la clave para motivar el cambio. El coach ha de dominar las competencias del lenguaje que le permitan orientar la conversación hacía el logro de objetivos, utilizando en cada momento el tipo de conversación más oportuno.
La escucha activa
El lenguaje va mucho más allá del habla. El componente oral es solo una pequeña parte de la conversación. La escucha forma parte del lenguaje también. De hecho, en la comunicación, cada sujeto es responsable de lo que habla, pero también de la escucha que se ofrece al otro. No es suficiente con escuchar. Es necesario ir más allá y escuchar al otro de manera activa. Es decir, con una intención: por un lado, la escucha es una herramienta esencial para comprender al otro, y, por otro lado, ha de servir para hacerle entender al otro que está siendo escuchado, que nos interesa lo que nos dice.
La escucha activa, por lo tanto, consiste en mantener una actitud activa en la escucha, de manera que se demuestre al otro que se le está escuchando. Algunas técnicas empleadas en la “escucha activa” son: contacto visual, asentir, repetir o parafrasear, etc.
Ausencia de juicio
En el coaching, la comunicación tiene un valor terapéutico; un valor de ayuda y de transformación. Por lo tanto, es una comunicación que ha de permitir la expresión libre, sin límites, para que el coachee pueda sentirse cómodo y libre de expresarse.
Las personas tendemos a juzgar a los demás. Nuestro cerebro funciona haciendo categorías del entorno que nos rodea, y, de este modo, se obtiene una sensación aparente de control que nos permite reaccionar y anticiparnos. Pero cuando nos relacionamos con personas, estos juicios pueden tener consecuencias negativas. El juicio puede determinar nuestra actuación con el otro y afectar al éxito o fracaso del proceso.
Comunicación no verbal
En todo acto de comunicación entran en juego elementos no verbales que juegan un papel muy importante. La comunicación no verbal comprende todo aquello que acompaña al lenguaje verbal: la postura, los gestos, el tono de voz, etc. Viene a determinar la actitud de la persona.
La comunicación no verbal transmite tanto como las palabras. Por esto, el coach debe acompañar sus mensajes de elementos no verbales y saber descifrar el lenguaje no verbal del coachee. La comunicación no verbal engloba aspectos tan importantes como los dominios de la emocionalidad y la corporalidad.
Coaching educativo
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