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El envejecimiento de la piel es un proceso continuo y progresivo en el que se producen cambios morfológicos y funcionales en la piel que provocan un enlentecimiento en la renovación celular, degeneración de estructuras dérmicas y disminución progresiva en la formación de sustancias de soporte. Se define habitualmente como la acumulación de todos los cambios involutivos e irreversibles que se producen en el organismo con el paso del tiempo, provocando una progresiva e irreversible pérdida de la capacidad homeostática, a la larga incompatible con la vida.
Con el paso del tiempo, la mayoría de las funciones de diversos órganos y tejidos del organismo disminuyen su actividad biológica por alteraciones en la actividad metabólica celular o por procesos que afectan a las células. También hay un declive en la capacidad para adaptarse al estrés metabólico. El envejecimiento afecta a todo el mundo, aunque se desarrolla y evoluciona de manera distinta, con una velocidad variable que depende de muchos factores externos, siendo, básicamente la radiación solar, el que lo acelera modificándolo cuantitativamente y cualitativamente.
No todos los sujetos envejecen al mismo ritmo, ni todos los órganos y sistemas del mismo sujeto se deterioran simultáneamente. Un concepto más restrictivo del envejecimiento es el de senescencia, por el que se entiende el conjunto de cambios involutivos que ocurren a finales de la vida, que incluyen alteraciones morfológicas, bioquímicas y funcionales que conducen a la muerte.
Según algunos autores, el envejecimiento podría empezar en edades tempranas, incluso juveniles, mientras que la senescencia tendría lugar en las edades finales de la vida, en las que las pérdidas de rendimiento de los sistemas fisiológicos y de resistencia al estrés se hacen más evidentes. Se utiliza envejecimiento y senescencia como sinónimo. El envejecimiento consiste en la pérdida gradual de la potencialidad de nuestras células y organismo.
Cambios celulares que acompañan al envejecimiento
A continuación, se describen los cambios que ocurren en todo el organismo, más adelante veremos los que se producen en la piel:
- Daño de las membranas celulares, con alteración en la distribución de fosfolípidos y colesterol.
- Aumento del calcio extracelular.
- Incremento de las uniones covalentes entre las fibras de colágeno (disminuye su solubilidad).
- Aumento del hierro y potasio intracelular.
- Disminuye el volumen celular.
- Disminuye la respiración celular.
Las características fundamentales del envejecimiento de la piel son pérdida de la elasticidad y deshidratación. Las células epidérmicas se adelgazan, las modificaciones en los haces de colágeno, junto a la deshidratación, provocan arrugas y la piel da la sensación de colgar sobre los huesos; la repetición del mismo gesto facial a lo largo de la vida, el clima y la exposición al sol prolongada son algunos de los elementos que influyen en el envejecimiento dérmico.
Son habituales la aparición de doble mentón y la caída de los párpados por la propia flacidez de la piel. Hay una atrofia de las glándulas sudoríparas y sebáceas que proporcionan un aspecto seco a la piel y obstaculiza el proceso normal del sudor disminuyendo el olor corporal. La piel del anciano está menos vascularizada por lo que la cicatrización es más lenta. La coloración de la piel es más pálida, aunque aparecen lentigos. Otra característica de la dermis de los ancianos es la proliferación de verrugas seniles, especialmente en mujeres.
Envejecimiento intrínseco y extrínseco
La piel sufre un proceso de envejecimiento que en ocasiones es prematuro al corporal. El envejecimiento puede ser intrínseco y extrínseco. El intrínseco puede ser cronobiológico u hormonal. El envejecimiento cronobiológico se relaciona con factores genéticos, metabólicos o nutricionales.
En el envejecimiento intrínseco, se producen en la piel una serie de cambios morfológicos, finas arrugas, neoplasias benignas, disminución de los queratinocitos basales, lo que dificultará la cicatrización de heridas, disminución del contenido acuoso los tejidos, por lo que disminuye el estado de hidratación y su función barrera. El control del contenido acuoso debe ser uno de los primeros objetivos en la prevención del envejecimiento de la piel.
El envejecimiento extrínseco es producido por fotoenvejecimiento, o bien por factores ambientales tales como humedad ambiental, tabaco, smog, etc. Veamos estos factores externos.
Manifestaciones características del envejecimiento de la piel
Las manifestaciones características del envejecimiento de la piel son:
- Adelgazamiento de la piel: Inicio de la menopausia la piel mide 0,88 mm. 15 años después mide 0,69 mm (-1.13 %).
- Líneas de expresión: Arrugas Superficiales y profundas.
- Efectos naturales de la gravedad: surcos.
- Laxitud moderada.
- Pérdida de tejido elástico y de la elasticidad.
- Elastosis.
- Líneas del sueño.
- Manchas.
- Alteración de la pigmentación: lentigos solares o pecas, hipo melanosis en gotas, híperpigmentaciones persistentes.
- Manchas purpúricas.
- Telangiectasias y lagos venosos.
- Lesiones proliferativas benignas (Queratosis seborreicas). Pre cáncer (Queratosis actínicas) y Cáncer: carcinomas baso celulares y espino celulares. Melanomas.
Por lo que los cambios funcionales de la piel envejecida se caracterizan por:
- Sequedad.
- Cambios del lecho vascular (palidez, fragilidad vascular).
- Hipopigmentación (pezones y vulva).
- Atrofia dérmica e hipodérmica genéticamente determinada.
- Pérdida progresiva de la elasticidad (arrugas).
- Cicatrización lenta de las heridas.
- Alteración de la función de barrera de la piel.
- Reducción de la protección de la piel contra la RUV.
- Compromiso de la termorregulación.
- Disminución en la percepción sensorial.
La parte más visible del envejecimiento cutáneo, su principal manifestación, son las arrugas. Tienden a marcarse, a hacerse profundas, aprovechando las líneas naturales de la piel, tanto las ortoestáticas, que vienen marcadas de nacimiento y que corresponden con las zonas de flexión de la piel (manos, codos, cuello, etc.), como las líneas dinámicas o de expresión, situadas en zonas donde la piel se pliega por la acción de los músculos cutáneos (o músculos de la mímica).
Teorías del envejecimiento
En 1990 el 12 % de la población de los países civilizados tenía menos de 65 años, para 2050 se calcula que a esta edad pase al 30 %. En España la esperanza de vida en mujeres es de 85 años frente a los 80 de los hombres. De estas personas, dos tercios tienen alteraciones de la piel médicamente significativa y tratable, siendo la mayor parte atribuidas a la exposición solar excesiva.
Existen varias teorías, y ninguna da una explicación satisfactoria de la involución senil a todos los niveles de organización biológica, desde el molecular al fisiológico. La genética, el acortamiento de los telómeros, el estrés oxidativo, las mutaciones del ADN mitocondrial y la disminución de los niveles de varias hormonas, están implicados en las teorías del envejecimiento.
Teoría genética y acortamiento de los telómeros
Se basa en la existencia de genes que codifican distintas funciones, genes con efectos beneficiosos para la salud y perniciosos al envejecer. La hipótesis genética defiende, que el envejecimiento, es un proceso natural e individual determinado genéticamente. Hay genes que indican el tipo de alteraciones que sufre y sufrirá nuestra piel. Según investigaciones, cerca de 1500 genes están involucrados en el proceso de envejecimiento de la piel, genes responsables de aportar humedad, textura, elasticidad, capacidad antioxidante.
Los cromosomas son estructuras condensadas de ADN que contienen información básica sobre la que se construye y organiza la vida. Los telómeros son los extremos de los cromosomas, que desempeñan un papel fundamental en la protección de su integridad. Cada vez que una célula se divide, la información presente en el ADN se copia. Cuando el proceso no copia toda la información del ADN, los telómeros que no se copian pierden una parte de su longitud.
La función de los telómeros es proteger los extremos de los cromosomas de las actividades de reparación y degradación del ADN, asegurando la correcta funcionalidad y viabilidad de las células. Su longitud, a una determinada edad, es uno de los mejores marcadores moleculares (biomarcadores) del grado de envejecimiento del organismo, y por tanto puede utilizarse para estimar su edad biológica.
La longitud de las repeticiones teloméricas se erosiona progresivamente con el incremento de la edad como consecuencia de la multiplicación celular necesaria para regenerar los tejidos. Por lo tanto, pueden servir como reloj biológico determinante de la vida proliferativa de la célula.
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