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El animal tiene ciertas características marcadas que hacen parte de su personalidad y forma de vivir. Su ciclo de vida se encuentra definido por estas costumbres y de esta manera pasan sus costumbres a sus generaciones. El gregarismo y territorialismo hacen parte de estas características, ya que definen, principalmente, si viven en conjunto o en solitario. El tamaño de su manada, su forma de alimentarse o sobrevivir a las adversidades son resultas mediante estos estilos de vida. En el presente artículo veremos un poco de como afectan estos factores a las diversas especies.
La etología es la ciencia que estudia el comportamiento de las especies en el medio natural. Esta ciencia, que fue fundada por Konrad Lorenz y Niko Tinbergen, defiende el instinto innato de las especies a comportarse de un modo determinado ante los estímulos que reciben del medio con el objetivo de garantizar su supervivencia. Dicho comportamiento adaptativo demostró que los comportamientos no son fruto del azar. Cada individuo dirige una serie de respuestas en función de los inputs que esté recibiendo.
La aparición de esta disciplina chocó bruscamente con el ambientalismo conductista (que era el referente del comportamiento animal de la época). En éste, el aprendizaje se basaba en la adquisición de nuevas conductas. La etología permite explicar por qué las especies ocupan un determinado territorio en el que encuentran refugio y alimento, y lo defienden.
A este hecho se le conoce como territorialidad y se explica como la conducta que presentan los individuos a escoger un territorio y defenderlo. Las especies presentan múltiples conductas a la hora de relacionarse entre ellas. Sin embargo, a continuación se estudiarán las dos posiciones extremas, sin olvidar que existe un enorme abanico de comportamientos intermedios entre ambas posiciones.
Gregarismo
El gregarismo es una conducta muy marcada de los individuos a vivir y relacionarse en grupos o colonias. En estas las unidades reproductivas están concentradas en pequeños espacios. Estos animales se asocian para trabajar en conjunto y así conseguir un objetivo común. El gregarismo es un tipo de relación intraespecífica en la que el individuo asume un coste, dada la pertenencia al grupo; pero a cambio, recibe múltiples beneficios como mayor protección ante depredadores.
Un ejemplo es el caso de aves marinas como las gaviotas. En época de cría acuden a pequeñas islas donde nidifican con una densidad elevadísima. Se juntan en esas colonias por motivos defensivos, ya que al criar en el suelo su vulnerabilidad es muy alta y temen los ataques de otros depredadores.
El elevado tamaño de la población provoca que los depredadores se mantengan a distancia, pero también permite que ante un determinado peligro se ponga el sistema de alerta en marcha provocando el vuelo simultáneo de todos los individuos de la colonia, otro sistema de disuasión. Otros ejemplos de gregarismo podrían ser los grandes nidos de la cotorra argentina (Myiopsitta monachus), las colonias de mejillones, los enjambres de abejas o las grandes manadas. Estas especies son conocidas como especies gregarias.
Territorialismo
A diferencia de las anteriores, las especies territoriales se distribuyen en el espacio de forma regular de modo que dejan entre ellas una separación que se conoce como territorio. Estas diferencias de comportamiento se evidencian muy bien en los buitres ibéricos (Donázar, 1992). El quebrantahuesos y el alimoche son especies territoriales, a pesar de nidificar relativamente cerca unas parejas de otras, defienden su territorio de forma activa y lo explotan independientemente.
Sin embargo, el buitre leonado es gregario, vive en colonias y todos explotan de forma semejante los recursos, nidificando en paredes de roca. Por su parte, el buitre negro nidifica en los árboles y sus colonias son laxas, ya que no hay relación entre ejemplares nidificantes, puesto que centenares de metros los separan.
No obstante, la defensa de los territorios por parte de los individuos no se debe únicamente a garantizar una regularidad en el suministro de alimento, sin tener una competencia por los mismos, puesto que si se observan los grandes territorios de las garzas, se comprende que el tamaño es muy superior a las necesidades que estas especies pueden tener.
Este hecho se debe a que necesitan garantizarse un territorio lo suficientemente grande como para poder nidificar y criar a sus pollos con seguridad. En definitiva, en todos los casos, la defensa del territorio tiene los objetivos de garantizar la exclusividad en los recursos que el medio natural aporta, mantener o atraer al otro miembro reproductor y mantener los lugares de cría, así como las áreas de caza. Parece lógico pensar que cuanto mayor sea el territorio, más recursos se pueden obtener del medio, mayor área de caza y, por tanto, mejores zonas de cría, etc.
Segregación
Es importante comprender que los límites de un territorio no son rígidos y permanentes, sino que están en continua evolución y cuanto mayor sea el mismo, menor será la defensa que el individuo manifieste. En ocasiones, especies similares que ocupan un mismo nicho ecológico, comparten un territorio sin que, aparentemente, existan problemas de competencia. Esto se debe a que han desarrollado la fórmula para compartirlo, sin que sea a costa de renunciar a sus intereses. Este fenómeno se conoce como segregación y se divide en dos tipos: trófica y espacial.
En la segregación trófica, las dos especies requieren del mismo recurso para su supervivencia, pero lo obtienen de formas diferentes y así no entran en conflicto de competencia. Esto sucede, por ejemplo, con el flamenco común (Phoenicopterus roseus) y el enano (Phoenicopterus minor) que se pueden ver compartiendo lagos. Ambos picos presentan láminas filtradoras de distintos grosores, de modo que el flamenco común come larvas y organismos acuáticos, y el enano sumerge el pico y se alimenta de algas microscópicas.
Otro caso pueden ser especies nocturnas y diurnas con requerimientos similares. La segregación espacial, en cambio, basa la diferencia en el lugar del que obtienen el recurso. Seguramente en la figura 2 se observará claramente. En este caso, el gorjeador del Cabo May se alimenta en las ramas del exterior de la parte superior del abeto; el gorjeador ‘blackburniano’ no entra en conflicto con el anterior, puesto que su territorio no solo se limita a las ramas superiores, sino que es más amplio.
Por su parte, el gorjeador verde de garganta negra ocupa un territorio similar al del gorjeador de pecho bayo, sin embargo, este último no solamente se limita a las ramas exteriores, sino que utiliza las interiores también.
Área de campeo
El espacio en el que los individuos se desarrollan la mayor parte de su existencia es denominado área de campeo. A menudo, es complicado determinar el territorio de una especie, entendido como la zona que defienden, de ahí que en muchas ocasiones se utilice el concepto de ‘área de campeo’. Para que se entienda de forma rápida: si el territorio fuese la casa, el área de campeo sería el barrio. Generalmente, mayor suele ser el área de campeo, cuanto mayor es el tamaño de la especie, además de sí los recursos están repartidos de forma homogénea, que no siempre sucede así. Pero hay otros factores que, lógicamente, influyen en el tamaño de esta.
La capacitación del veterinario profesional
La fauna silvestre resulta de gran interés para gran parte del cuerpo profesional veterinario. Esto se debe a la amplitud que permite este campo, aunque cabe resaltar que para ello el veterinario debe tener pleno conocimiento de estas especies. Por esta razón muchos profesionales optan por la especialización en este ámbito, aplicando sus conocimientos y fuerza intelectual en esta área.
En TECH Universidad Tecnológica se imparte educación enfocada en el éxito profesional. Por esta razón, en su Facultad de Veterinaria existen programas educativos como la Maestría en Nutrición Animal y la Maestría en Odontología Veterinaria, las cuales brindan herramientas al profesional para desarrollar estas labores de la mano con su carrera eje. Sin embargo, para los profesionales que buscan incursionar en la temática revisada en el presente artículo, no cabe duda que la mejor opción es la Maestría en Gestión de la Fauna Silvestre.