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La lactancia materna también puede ser cosa de hombres. Un porcentaje muy alto de éxito en la lactancia es un buen soporte, refuerzo positivo y de ánimo. Para lo cual, es fundamental que la pareja se implique, conozca qué es la lactancia materna y en qué consiste. Solo así podrá asesorar a su mujer, brindarle apoyo y ser su sostén.
La lactancia siempre es de la madre, y es lo único que sólo ella podrá hacer. La pareja puede consolar, acariciar, bañar, pasear, etc. Y conforme el bebé crezca, se irá desarrollando la relación padre-hijo/a y el apego. La igualdad en lactancia no supone hacer los dos lo mismo al 50%, ya que es evidente que la naturaleza hizo diferentes al hombre y a la mujer. Se trata de ser un equipo y de funcionar como tal.
Asimismo, hay muchas cosas que el padre puede hacer para contribuir al bienestar de su familia. Lo más básico e importante es mantener el diálogo con la pareja, saber cómo se sienten ambos, escuchar y mostrar los sentimientos, miedos y deseos. Hasta que poco a poco la situación irá pasando, la mujer se irá recuperando y comenzará a preocuparse de nuevo por su papel en la pareja, sin renunciar a su maternidad.
Compartir la gestación
Hoy en día, es algo normal que el padre y la madre compartan el embarazo desde el primer momento. Que reciban la noticia juntos y que vayan los dos juntos a la consulta del médico.
Mientras que la madre siente al bebé dentro de ella, y nota la transformación de su propio cuerpo, el padre necesita vivir el desarrollo de su futuro hijo a través de los equipos médicos como la ecografía. Son sus primeros encuentros con su futuro hijo/a. Existen otras alternativas para que el padre se comunique con su futuro bebé durante el embarazo como, por ejemplo, hablarle o ponerle música. El niño escucha a partir del quinto mes de gestación por lo que, a partir de ese momento, ya tiene la posibilidad de recibir y comenzar a registrar la voz de su papá.
Por otro lado, en esta etapa antes del parto, como en todas las demás, el apoyo del padre es fundamental. Desde el momento en el que se conoce el embarazo, la mujer experimenta cambios físicos y emocionales que hacen que poco a poco vaya siendo consciente del bebé que llegará y de los cambios que esto supondrá en ella y en su pareja. Sin embargo, los padres/parejas viven todo el proceso del embarazo viendo cómo su mujer cambia, pero desde una visión más externa: viendo cómo la mujer cambia físicamente, le crece la barriga, está más sensible, etc. Por eso también tiene un papel activo y es muy importante que se involucren desde el principio del embarazo y que sean también preparados emocionalmente para el gran cambio que se le presenta.
El parto e inmediatamente después
Durante el parto, es papel del padre acompañar y defender a ambos durante el proceso, evitando el exceso de medicalización que tanto daño puede causar. Nada que ver el papel del padre en un parto medicalizado (con la mujer llena de cables y rodeada de máquinas que lo hacen sentir como que estorba a los profesionales sanitarios) con el papel del padre en un parto natural, donde la implicación es máxima y a menudo se convierte en el principal apoyo.
Inmediatamente tras el parto, el padre/pareja pasa a un tercer plano pues es el bebé quien, en primer lugar, acapara todas las atenciones. En segundo lugar está la madre. Las madres prestan casi toda su atención al cuidado del bebé y los padres se sienten desplazados, en situación de desventaja. Les cuesta entender qué y por qué está pasando. Los primeros días puede sentirse desubicado y no saber qué hacer o cómo hacerlo. Sin embargo, esto no significa que no sea importante. Es más, es el soporte principal de la mujer en el puerperio y la lactancia.
Los primeros días
Mientras el recién nacido es pequeño y se alimenta mediante lactancia materna, depende estrechamente de su madre. Muchas madres se sienten superadas por la circunstancia. El cuidado del nuevo ser se hace cuesta arriba como una montaña y su estado de ánimo, también propiciado por las hormonas, puede estar bajo. En este preciso momento, el apoyo incondicional y la ayuda del padre toman vital importancia.
Los primeros días en la maternidad son muy estresantes. La madre se encuentra cansada y el bebé necesita mucho contacto. En las primeras horas tras el parto el bebé se encuentra tranquilo, pero luego comienza a llorar y a pedir continuamente, sobre todo durante la noche. Para muchos padres resulta complicado ver a su pareja todo el día con el niño al pecho, sobre todo en los primeros días en los que esta demanda puede parecer agotadora. Es aquí cuando los padres, en su afán de participar, sugieren ofrecerle un biberón. Esto unido a la preocupación de la madre por la cantidad y calidad de la leche, puede conducir a la introducción prematura de una leche artificial en detrimento de la lactancia natural.
Una vez en casa, el padre puede ayudar la madre tranquilizándola y, si es necesario, juntos pedir ayuda profesional. Mientras todo se va regulando, el papel del padre es de apoyo incondicional: ocuparse de los otros hijos, realizar las tareas domésticas, cambiar los pañales, bañar al bebé o sostenerlo sobre su pecho, haciendo contacto piel con piel mientras la madre duerme. Estas son sólo algunas de las muchas posibilidades que permitirán a la madre dedicarse plenamente al bebé y encontrar tiempo para descansar.
El padre como principal apoyo
- Apoyo emocional: una madre que amamanta necesita apoyo emocional y sentirse respaldada en sus decisiones. Muchas mujeres tienden a culpabilizarse de todo lo que le ocurre a su bebé. Es importante reconocer su esfuerzo, decir que lo están haciendo bien, evitar los comentarios negativos y ayudar a buscar ayuda cuando sea necesario. El padre está en una posición privilegiada para filtrar opiniones e información de amigos y parientes, que pueden menoscabar la confianza de la madre en su capacidad de amamantar. Durante los primeros días son habituales las visitas, tanto en el hospital como en casa, y es necesario que el padre reconozca las molestias que éstas pueden ocasionar a su pareja y a su hijo.
- Ayuda práctica: dar el pecho es lo único que puede hacer solamente la madre. Sin embargo, si su pareja conoce que en ocasiones un parto o una cesárea resultan extenuantes, puede proporcionarle la comodidad necesaria para amamantar y liberarla de cualquier otra tarea para que ella pueda dedicarse en exclusiva a atender las necesidades alimentarias del bebé. Puede encargarse del baño del bebé, los cambios de pañal y de ropa, acunarle, dormirle, portearle, etc.
- El contacto piel con piel: es otro de los aspectos en el que los padres pueden participar plenamente. Los bebés necesitan contacto, estar en brazos, escuchar su voz, ver su cara y recibir caricias; cosas que el padre puede proporcionar. Realizar contacto piel con piel ayuda a establecer lazos emocionales y quitar el temor que el padre pueda tener ante el bebé recién nacido.
- El sueño: los bebés no duermen como los adultos, y el descanso nocturno y diurno de los padres sufrirá cambios tras el nacimiento. Los padres pueden colaborar en el descanso de la madre, facilitando que ellas descansen entre tomas, cuidando ellos del recién nacido.
- Respetar las decisiones de la madre: si la madre, después de recibir toda la información, ha decidido no amamantar, también debe respetarse su decisión sin culpabilizarla y prestarle todo el apoyo que necesite. En este caso, el padre la apoyará y asumirán en común tareas domésticas, aprender a preparar biberones, a limpiar el material y continuar ayudando en las tareas de cuidado del bebé.
Lactancia materna
En cuanto a cuidados en el cuidado de los bebés y sus respectivas familias, TECH Universidad Tecnológica ha cubierto estos procesos especiales de forma completa por medio de posgrados online que ofrecen herramientas teórico-prácticas para una eficaz capacitación. Por ello existe el Máster en Nutrición Pediátrica, por ejemplo, o el Máster en Actualización en Reproducción Asistida, esperando cubrir las necesidades médicas que hoy en día la maternidad y la paternidad requieren.
El desarrollo de este Máster en Lactancia Materna, programa de alta calidad construida por los mejores docentes, surge de la idea que inició la Organización Mundial de la Salud, que recomendó que los recién nacidos deben ser alimentados exclusivamente con leche materna hasta los 6 meses de vida, a partir de entonces y junto con el inicio de la alimentación complementaria mantener la lactancia hasta los dos años de edad, o hasta que madre y/o hijo lo deseen.