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Así como debe prepararse el corazón con el cardio y los pulmones con las adaptaciones ventilatorias, la adaptación neuromuscular permite preparar el sistema muscular para la actividad física intensa. Realizar esta actividad previa permitirá un mejor desempeño en loa actividad, además de reducir la posibilidad de una lesión muscular. Debido a que las actividades deportivas pueden resultar diversas, es necesario que exista la presencia del profesional en este ámbito como guía y supervisor. Veremos un poco del desarrollo de esta actividad en el presente artículo.

El entrenamiento y la adaptación muscular

Diversos estudios han mostrado que la participación en un entrenamiento sistemático de la fuerza máxima, se acompaña de incrementos significativos en la producción de fuerza. Independientemente de la edad y el sexo, siempre y cuando la intensidad y duración del período de entrenamiento sean suficientes.

Cualquier entrenamiento de la fuerza tendrá como objetivo mejorar una o varias de las siguientes expresiones de fuerza-velocidad; la fuerza máxima, la fuerza explosiva o la potencia máxima. Otras variables relacionadas con el rendimiento, como la velocidad de carrera, la velocidad de desplazamiento o el salto, también estarán influenciadas por este tipo de entrenamiento.

Se ha sugerido que las adaptaciones neurales son las predominantes en las ganancias asociadas con las primeras etapas (8-12 semanas) de un programa de entrenamiento con sobrecarga, (Moritani and de Vries, 1979, Sale, 1988). Las adaptaciones neurales han sido atribuidas a las ganancias en la fuerza. Esto en ausencia de hipertrofia muscular (Costill et al., 1979, Dons et al, 1979, Komi et al., 1978, Moritani and deVries, 1979, Thorstensson, 1977, Thorstensson et al., 1976b). Ó la falta de incrementos en la tensión evocada (McDonagh et al., 1983).

El incremento en la fuerza en una extremidad desentrenada luego del entrenamiento de la extremidad contralateral (educación cruzada), es otro ejemplo de una posible adaptación neural (Houston et al., 1983, Moritani and deVries, 1979, Yasuda and Miyamura, 1983).

Sin embargo, el término “adaptaciones neurales” no es específico y puede hacer referencia a diversas adaptaciones individuales (Behm, 1995). Entre estas adaptaciones se pueden incluir; el incremento en la actividad electromiografía (EMG) y la potenciación refleja. Además de las alteraciones en la contracción de los músculos antagonistas, y la alteración de la activación de los músculos sinergistas.

Locomoción y movimiento

El sistema neuromuscular es uno de los más esenciales y adaptables de los 11 principales sistemas fisiológicos del cuerpo humano. En su núcleo, se encuentra la unión neuromuscular (NMJ). Esta es la sinapsis que une el sistema nervioso motor con las fibras del músculo esquelético que se contraen. Esto permite funciones importantes que sustentan la vida, como la respiración, la digestión y la locomoción.

Además, el NMJ juega un papel fundamental en las actividades de la vida diaria. Así como en las actividades recreativas, como los deportes que se suman a la calidad de vida. Como ocurre con todas las sinapsis, la NMJ demuestra un grado impresionante de plasticidad. Esto en respuesta a las alteraciones en la cantidad de actividad que experimenta a diario.

Por ejemplo, el desuso total (es decir, parálisis, denervación) y subtotal (por ejemplo Reposo en cama, inmovilización de extremidades), evocan adaptaciones perjudiciales. Ejemplos como alteraciones en la cantidad del neurotransmisor acetilcolina (ACh) liberado tanto espontáneamente como cuando se estimula eléctricamente. De manera similar, el desuso da como resultado una remodelación morfológica presináptica y postsináptica significativa. Incluye un mayor número de ramas terminales nerviosas y una mayor dispersión de los receptores de ACh, respectivamente.

Reclutamiento de unidades motoras

Las fibras inervadas por una neurona son todas del mismo tipo y su número varía mucho dependiendo el caso que hablemos, desde alguna decena a más de mil. Si el número de fibras que activa una neurona es bajo (como en el globo ocular 10/1), el movimiento de la musculatura puede ser muy preciso. Si por el contrario un grupo muscular agrupa muchas fibras musculares por neurona (400/1 en el dorsal, por ejemplo), será potente y brusco. Cada músculo a su vez está formado por multitud de unidades motoras.

La fuerza generada por el músculo depende del número de neuronas motoras que activan sus respectivas fibras y de la frecuencia con la que lo hagan (entre 10 y 100 impulsos nerviosos por segundo). El tamaño de la neurona motora difiere según el tipo de fibras que controla (pequeña-fibras lentas, grandefibras rápidas, media-fibras intermedias).

También cabe destacar que las fibras musculares se contraen por el principio de “todo o nada”; no hay contracción parcial, se contraen o no se contraen. Estas tienen un umbral de activación que debe ser sobrepasado si queremos que se contraigan, y una vez superado, una sobreexcitación no producirá una contracción más fuerte. Se sabe que para mover una carga muy pequeña se necesitarán pocas unidades motoras (fibras lentas). Por lo contrario, una carga máxima requerirá activar el mayor número de unidades motoras posibles, tanto rápidas como lentas con mucha frecuencia y una correcta sincronización.

Entrenamiento con cargas menores

También se podría hacer con cargas menores, pero provocando la máxima aceleración posible de esta, ya que ello requerirá un reclutamiento efectivo, aunque si el movimiento es muy rápido y corto, es posible que las fibras lentas o parte de ellas no lleguen a activarse (excepción al principio del tamaño). La identificación de diferentes isoformas de cadenas pesadas de miosina, también permite la clasificación de los tipos de fibras.

La clasificación de las fibras con base en la miosina ATPasa fibrilar se corresponde con diferentes isoformas de las cadenas pesadas de miosina (Fry et al, 1994, Staron, 1997). Esto es lógico, ya que las cadenas pesadas de miosina contienen el sitio que sirve como ATPasa. El hecho de que cada fibra muscular pueda contener más de una isoforma de MHC, explica la existencia de fibras híbridas (además de los tipos puros I, IIa e IIb).

Si bien el genoma humano contiene al menos 10 genes para MHC, solo tres isoformas se expresan en las extremidades de los humanos (Staron, 1997). Las MHC pueden ser identificadas mediante el análisis inmunohistoquímico utilizando anticuerpos de antimiosina o por medio de electroforesis en gel de poliacrilamida con dodecilsulfato de sodio (SDSPAGE) (Pette et al., 1999).

Las tres isoformas de miosina que originalmente sé identificaron fueron las MHCI, MHCIIa y MCHIIb y correspondían a las isoformas de las fibras tipo I, IIa e IIb, identificadas mediante la tinción de ATPasa (Pette et al., 1999, Staron, 1997). Las fibras híbridas humanas casi siempre contienen isoformas de MHC que son “vecinas” (i.e, MHCI y MHCIIa o MHCIIa y MHCIIb).

Debido a su naturaleza cuantitativa, la identificación de las isoformas de MHC mediante separación electroforética en una única fibra (SDSPAGE), probablemente represente el mejor método para tipificar las fibras musculares.

La adaptación neuromuscular desde el entrenador personal

El profesional de las ciencias del deporte debe contar con conocimientos profundos en el funcionamiento muscular. De esta manera puede aplicar los mismos a los diferentes usuarios de sus servicios. El conocer además de esta área a profundidad le permitirá identificar lesiones y daños e a nivel muscular, dando una atención pronta a los mismos. La capacitación en este caso resulta vital, ya que asegura un correcto desarrollo de cada actividad.

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