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Las esencias y aromas son parte de nuestro día a día. Estamos acostumbrados a dejarnos llevar por los diversos olores y lo que percibe nuestra nariz. Estos nos pueden traer recuerdos, sensaciones nuevas, ó incluso, hacernos ver a otra persona mucho más bella de lo que es. Cada uno de nuestros sentidos se afila en la medida que los usamos, y el uso de estos nos brinda una percepción diferente de las cosas. Los perfumes hacen que los olores y aromas que percibimos sean deliciosos o en ocasiones molestos. Esta creación tiene, como todo, unas raíces en la historia. Conozcamos un poco de la historia del perfume aquí.
La historia del perfume
Si la historia de la vestimenta se remonta hasta antes de la antigüedad. Los orígenes de la perfumería y la cosmética no parecen ser más próximos a los actuales momentos. Se estima que el perfume pudiera tener su origen en Oriente Próximo, en torno al año 7000 a. C. De esta fecha provienen los primeros objetos considerados como recipientes para perfumes y cosmética.
Las civilizaciones de aquella época utilizaban diferentes materias aromáticas (principalmente resinas). Eran usadas en incensarios y quemadores de perfumes, los cuales se utilizaban principalmente en los ritos de culto a los dioses. Este proceso estaba reservado para las familias reales y las élites sociales. El propio pueblo egipcio ha tenido fama desde la antigüedad por su conocimiento de las técnicas olfativas para poder conseguir fragancias. Esto a través de varios procesos como la maceración en frío o la decocción en caliente. Aunque los productos que obtenían no pueden compararse a los productos de la perfumería actual en cuanto a la fuerza olfativa.
En este punto de la historia, el arte de la perfumería sigue reservado al culto religioso y no se ha dado el paso para su uso personal. En torno al siglo VI a. C., el uso de las fragancias empieza a democratizarse en las civilizaciones que pueblan las costas del Mediterráneo, guardándose en recipientes más sencillos y aptos para el uso doméstico. Paulatinamente, las fragancias empiezan a tener un uso más allá de lo sacro y se utilizan tanto en la cosmética, como en la cocina o, incluso, de forma terapéutica. Al sureste de Francia, se funda la ciudad de Grasse en torno al siglo VII d. C. (actualmente, la ciudad es generalmente conocida como la «Capital Mundial del Perfume»).
Raíces de la esencia
Allí nace uno de los principales puntos de inicio de la industria de la perfumería en Europa. Se empiezan a utilizar fragancias naturales a partir de especias, flores y resinas, y se fabrican también aceites y aguas perfumadas. No obstante, no será hasta que se desarrollen las técnicas de destilación cuando se empieza a ver un mayor desarrollo en la cuestión del perfume.
Ya en torno al siglo XVI es cuando se comienza a ver un uso preponderante de fragancias que contienen por primera vez alcohol en su formulación (el alcohol actúa como principal soporte de los aromas en la formulación de las fragancias). En los siglos posteriores, muchos de los avances en materia de perfumes se seguirán dando en Francia, concretamente en Grasse, que ya gozaba de esa fama por sus fragancias en el viejo continente (Musées International de la PARFUMERIE).
Llega el final del siglo XVIII y, con él, la Revolución Francesa que, si bien arruina a los perfumistas del país, no hace desaparecer el gusto por la perfumería. Tras el período del Terror, el país se recupera y la industria empieza a experimentar importantes avances que, unidos a una serie de casuísticas (altos impuestos en determinados gremios y aumento de la vida mundana en la Costa Azul francesa, entre otros), ponen a la ciudad de Grasse en una posición proclive al desarrollo de fragancias y perfumes, cuya producción y calidad se ven mejorados con avance de los procedimientos técnicos.
Un momento social en el que, después de años de terror, el placer de los sentidos se antoja casi como una filosofía de vida, y las fragancias empiezan a utilizarse en los jabones, polvos de maquillaje, opiáceos, etc.
Edad moderna y romanticismo
Durante la Edad Moderna y el romanticismo, incluso antes, el aroma juega en Europa un papel muy similar al de la moda: es sinónimo de estatus social. Los avances en materia de higiene personal, así como la llegada de nuevas materias primas del Nuevo Mundo, favorecen la aparición de perfumes nuevos y más ligeros y, en consecuencia, el perfume pasará a ser un preciado bien en el comercio que, ya en el siglo XIX, será testigo de un profundo cambio en su producción, que pasará de ser artesanal a industrial, con un enorme peso en la economía.
La perfumería moderna, más similar a la que se conoce hoy en día, nace a finales del siglo XIX. Los progresos en la química permitieron sintetizar por primera vez aromas que no se encontraban en la naturaleza, y que llevarán al nacimiento de auténticos hitos en la perfumería durante el siglo XX. Guerlain y Houbigant serán de los primeros perfumistas en utilizar los productos generados por síntesis química y se presencia la llegada de nuevos compuestos como la vanilina (principal compuesto de la vaina de vainilla).
Empiezan, al igual que en la moda, a conocerse nombres propios asociados al producto, en este caso el perfume. Se tiene el caso de François Coty (considerado el «padre de la perfumería moderna»), que fue de los pioneros en el uso habitual de “absolutos” naturales en sus creaciones aromáticas. Un momento en el que, más que nunca, la técnica a la hora de conseguir los compuestos está al servicio de la creación de los perfumes, otorgándoles una exclusividad intrínseca a su creador.
Siglo XX
El siglo XX avanza y la progresiva globalización va de la mano del desarrollo, cada vez más potente, de la industria de la perfumería, que consigue unificar costumbres y estandarizar culturalmente el uso de la perfumería en el mundo. Francia vuelve a ser centro mundial, no solo de la moda con París a la cabeza, sino también de la perfumería con Grasse, que representa casi el monopolio mundial en el tratamiento de los productos naturales.
El perfume, al igual que la moda, va con las élites durante la primera mitad del siglo XX; no obstante, la segunda mitad de este siglo, ya muy cercana a la actualidad, estará marcada por la puesta a disposición del público general del perfume. Ahora, el ritual del perfumado deja de ser exclusivo de las élites y está al alcance de todos, trayendo consigo una bajada del precio tanto de la producción de fragancias como de su adquisición por parte del consumidor.
Llega un momento de mayor experimentación y los lanzamientos de fragancias se multiplican año tras años, con mayor o menor éxito. Salvo algunas excepciones, la perfumería, en general, pasa de ser un bien excepcional o privativo a un producto apto para el consumo de masas, incluso aunque vayan bajo el nombre de marcas de lujo.
El perfume como representante en la moda
En la medida en que crecían las industrias de este novedoso producto, se generaban más y más técnicas y métodos para obtener fragancias. Además de esto el crecimiento progresivo de los estudios con el fin de conocer más ingredientes para la fabricación de perfumes. En la actualidad, y aunque parezca imposible se continúa buscando más y más maneras de desarrollar mejor tecnología e ingredientes de calidad para este proceso.
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