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La creación de una escena y obra no resultan de un par de ideas y un proceso de la noche a la mañana. El montaje de cada una de las partes de la obra y los factores que la conforman llevan a cabo tiempo y dedicación. Los profesionales dedicados a esta área requieren de amplia creatividad y conocimiento en el área, ya que estas características resultan cruciales en esta labor. El desarrollo del protagonista y el antagonista resultan dos de los puntos más complejos y que requieren de mayor preparación para el montaje de una obra. Veremos un poco aquí de este complejo procedimiento.

Los papeles principales

Los personajes antagonistas y protagonistas son aquellos que tienen más importancia en una obra narrativa, ya sea audiovisual o del ámbito literario. Esto es así porque el entramado de la historia se desarrolla principalmente en torno a estos dos personajes. Aunque, habitualmente, es el protagonista el que tiene el peso de la trama; el equilibrio entre estos dos tipos de personajes dará mayor interés a la narración. En este sentido, Pérez Rufí señala que estas categorías de clasificación corresponden con la más lógica porque:

“La clasificación más evidente a la hora de diferenciar tipos de personajes puede ser aquella que los ordena desde un punto de vista jerárquico: de más a menos importancia; aunque, también se pueden clasificar en función del sentido de su acción, como héroes o villanos, buenos y malos”.

(Pérez Rufí, 2011)

Clasificación de los personajes

Es decir que, clasificar a los personajes en relación con su importancia da como resultado que se sitúe al protagonista y al antagonista de manera prioritaria en el análisis, dejando a los otros personajes que participen en la trama como secundarios. Esta manera es la más habitual pero no la única. También se puede ordenar a los personajes atendiendo a su cometido.

En este caso, se tiene una clasificación que valore a los personajes a través de juicios más simples y esquemáticos según lo que hagan para mover la trama hacia adelante. Esta visión más dualista lleva a realizar análisis según si unos personajes son considerados buenos o malos, más al margen de su jerarquía, es decir, sin importar que sean protagonistas, antagonistas o secundarios.

Por otro lado, es interesante señalar la categorización que hace Linda Seger al respecto de ordenar a los personajes para su análisis o elaboración. Para ella, resulta más útil categorizarlos a partir de la función que realicen. En concreto, la clasificación que propone es la siguiente:

“Seger divide las funciones de los sujetos narrativos en cuatro categorías: personajes principales (incluye al protagonista, antagonista y al personaje de interés romántico), papeles de apoyo (con el confidente, el catalizador y otros que proporcionan masa y peso), personajes que añaden otra dimensión (de contraste) y personajes temáticos” .

(Seger, 1991, pp. 223-244 citada por Pérez Rufí).

Creación del protagonista

El personaje protagonista es aquel que tiene unas funciones concretas dentro del relato y puede tener una moral socialmente aceptada o no. Suele considerarse que solo puede haber un personaje protagonista que sea el que destaque por encima de los demás en ciertas características, que se pueden resumir, según Pérez Rufí, en las siguientes:

Foco

Tiene la mayor cantidad de atención narrativa, visual y sonora. Es decir, suele tener más diálogos, más planos y más escenas en general. Porque de hecho la trama lo tiene de eje principal.

Organización

Es el personaje en torno al cual se desarrolla la trama, por lo tanto, está en el medio de las acciones más relevantes, incluidos los conflictos. En síntesis, sin este personaje no hay relato posible.

Información

Lo que se sabe de este personaje es siempre y con mucha diferencia, mucho más de lo que se sabe de cualquier otro personaje. De hecho, este personaje si está bien construido es un personaje esférico y profundo del que se conoce su psicología interna, los detalles de su caracterización externa, su biografía y, por tanto, la motivación y objetivo.

Autonomía

Es este personaje el que mueve la acción y no al revés. Es decir, que tiene voluntad y es propenso a realizar acciones porque son esas acciones las que desarrollan la trama con él como centro.

Desempeño exclusivo

Tiene ciertas funciones que solo puede desarrollar él, entre las que se encuentran:

  • Hacer presencia en los momentos clave de la trama.
  • Confrontar al antagonista.
  • Liderar el clímax.
  • Representar el desenlace final.
  • Llevar a cabo el planteamiento del tema.

Identificación

  • La identificación del público espectador debe darse con este personaje al margen de que sus acciones sean consideradas éticas y correctas o no. En este sentido, identificarse significa que cuando el público visione la película o relato audiovisual, en general, se produzca en quienes observan la acción, un deseo de que las motivaciones y objetivos de este personaje se alcancen, es decir, que se empatice y viva sus triunfos o fracasos como si fuesen de ello.
  • Para Chion las características que deben tener estos personajes para que se produzca la identificación son las siguientes, y debe atribuirse en el orden en que aparecen aquí:
    • Adjudicarle atributos atractivos y fascinantes. Esto producirá encandilamiento en el público.
    • Exponerlos con un desafío o dificultad. Esto conseguirá que el público sintonice con su necesidad de conseguir algo. ◦ Presentarlos con alguna imperfección o equivocación. Esto dotará de humanidad al personaje con lo que el público podrá tomarlo como referencia de alguna situación que haya vivido.

El antihéroe

Cabe señalar que el protagonismo de las narrativas más clásicas lo tenían personajes “buenos” al contrario de lo que viene ocurriendo en los últimos tiempos, en palabras de Pérez Rufí:

“En el drama clásico el protagonista realiza hazañas nobles, es moralmente bueno y sabe elegir entre el bien y el mal. Con frecuencia, el protagonista de hoy está en contra de la sociedad y de los estamentos que la defienden, es un rebelde, un fuera de la ley, un vampiro criticado en los pasillos del instituto, etc. Cuando el personaje es dominado por sus defectos en un antihéroe.”.

(Pérez Rufí, 2011)

Además, cita unos casos prácticos concretos para que se identifique con mayor facilidad en algunas de las películas más taquilleras de los últimos tiempos:

“Ejemplos de uno y otro tipo se conocen muchos, Luke Skywalker es el héroe clásico mientras que el más pícaro Han Solo tiene mucho de antihéroe. El cine contemporáneo ha convertido, además, en héroes a personajes con una moral muy dudosa, generalmente criminales que, con todo, fascinan al público: Vito Corleone, Travis en Taxi Driver, Tony Montana en Scarface, Patrick Bateman en American Psycho, Dexter, etc.” .

(Pérez Rufí, 2011)

En conclusión, los personajes protagonistas son aquellos que predominan en el relato, que tienen el foco y la organización de la trama en ellos, de los que se sabe más información, los que tienen más autonomía, los que desempeñan las acciones y las situaciones con más peso en la narrativa y, por último, son sujeto de identificación del público. Todo esto al margen de su ética personal y visión del mundo concreto.

El camino del profesional

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