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La medicina es una facultad que consta de múltiples especializaciones. En este artículo, el estudio de elementos inmunológicos de la sangre y las enfermedades que manifiestan por la alteración de diversos elementos es el tema central. Es decir, que el centro de atención gira en torno a la hematología y las diferentes enfermedades que esta área de salud puede generar en las personas.
La palabra hemostasia proviene del griego haîmato “sangre” y stásis “detención”, y significa “detener la hemorragia”.
La hemostasia es el proceso que mantiene la integridad de un sistema circulatorio sometido a alta presión, reparando las lesiones que se producen por agentes externos o internos. Este proceso debe ser rápido, localizado y cuidadosamente regulado.
La expresión clínica de las anomalías del sistema hemostático se manifiesta de dos formas muy distintas: diátesis hemorrágica o como evento de oclusión vascular tras la generación del trombo. Una hemorragia anormal o el proceso opuesto, la trombosis, suceden cuando determinados elementos específicos del proceso de la hemostasia no existen en cantidad suficiente y/o no son funcionalmente normales. Estas dos manifestaciones clínicas expresan el desequilibrio de uno de los brazos de la balanza hemostática.
Proceso
El proceso hemostático es complejo, dinámico y está formado por múltiples subprocesos interrelacionados. Mantener la hemostasia equilibrada requiere una serie de reacciones perfectamente coordinadas donde los integrantes están localizados en diferentes sitios. Entre los protagonistas se incluyen los receptores de membrana y de otros elementos celulares (endotelio, monocitos, etc) y proteínas plasmáticas. Asimismo, debe existir una articulada transmisión de señales bidireccionales intra e intercelulares para mantener el correcto funcionamiento del proceso.
Objetivos
El sistema hemostático constituye, junto al sistema inflamatorio y el sistema inmune, un importante mecanismo de defensa del organismo. Su función es la de mantener constantemente permeable la luz vascular, restablecerla en caso de obstrucción por un fenómeno trombótico y reparar la lesión en la pared del vaso para impedir una excesiva pérdida sanguínea.
Los objetivos de los procesos hemostáticos son, por un lado, detener el sangrado y, por otro, mantener la sangre en estado fluido. Así, es importante que exista un equilibrio entre los sistemas que evitan la hemorragia y los que evitan la trombosis.
Historia
A lo largo de la historia ha existido un interés constante por aclarar los mecanismos responsables de la hemorragia. Este hecho contrasta con el escaso interés despertado por la trombosis durante siglos. Hoy en día, sin embargo, el estudio de la trombosis concita grandes esfuerzos al ser la mayor causa de mortalidad global.
Como muchos otros aspectos de la medicina moderna, el verdadero conocimiento de los mecanismos reguladores del sistema hemostático comenzó a ser científicamente entendido a lo largo del siglo pasado. Durante los últimos veinticinco años se ha puesto en evidencia la tremenda complejidad del sistema. En él participan de forma concomitante un amplio número de proteínas plasmáticas y elementos celulares.
Aspectos evolutivos
La hemostasia en los mamíferos se basa en la generación de trombina y formación de fibrina. El sistema hemostático más sencillo que existe es el del limulus, un fósil de 500 millones de años de antigüedad. Su sistema hemostático se circunscribe a sus células circulantes (hemocitos). Su función es la de formar un tapón reforzado por una proteína gelatinosa conocida como coagulina ante agresiones externas o en respuesta a una invasión de endotoxina. Un sistema tan simple presentaba ya algunas de las características propias del sistema totalmente desarrollado de los vertebrados superiores.
Por una parte, desarrolla la cascada enzimática de la coagulación sanguínea, donde una proteína precursora de la coagulina es sensible a una serín proteasa conocida como coagulasa. Por ello se da lugar de forma inmediata a la formación del coágulo y previene la exanguinación. Por otra parte, en la participación celular, el hemocito es posible imaginarlo como un antecesor de la plaqueta.
Se ha construido una posible ruta de evolución del sistema hemostático. Su mecanismo de ensamblaje se da mediante la duplicación de genes y la combinación aleatoria de exones. Durante los siguientes 450 millones de años el sistema hemostático solamente ha experimentado pequeñas modificaciones. Estos datos explican el alto grado de homología entre las proteínas que forman parte del propio sistema de coagulación y las pequeñas diferencias observadas entre especies.
Historia
En el siglo XVII, los fisiólogos de la época introdujeron un concepto de dinamismo en el líquido hemático. También atribuyeron al movimiento circulatorio varias propiedades que mantienen líquida la sangre. La formación de un coágulo se interpreta como el cese de este movimiento vital. Marcelo Palpighi, en la obra publicada en 1666, describe, por primera vez, la fibrina como una red de finas mallas que dan firmeza a la estructura del coágulo.
En el siglo XIX, Virchow afirma que la fibrina no existe en los fluidos en un estado líquido, sino que debe ser un precursor de características completamente diferentes para el que propone el término de fibrinógeno. Cada vez se piensa con mayor certeza que la coagulación puede ser un fenómeno enzimático en el que intervienen tanto sustancias de la sangre como de los tejidos.
A principios del siglo XX, prevalecía un gran desconcierto sobre la coagulación de la sangre. Se habían descrito varios hechos de forma aislada, como la capacidad de los tejidos de acelerar la coagulación, la presencia de un fermento procoagulante tanto en los coágulos como en el suero y la necesidad del calcio para que ocurriera.
Teorías de investigadores
Estos conocimientos fueron revisados extensamente por Paul Morawitz quien, en 1905, logró integrar una teoría unitaria que resultó ser piedra angular para el conocimiento actual de la coagulación. Morawitz propuso que la coagulación de la sangre ocurre en dos etapas: la primera era la conversión de protrombina a trombina mediante la acción del factor tisular en presencia de calcio. Y la segunda mediante la conversión de fibrinógeno a fibrina gracias a la acción de la trombina.
A mediados de la década de 1930, Armand Quick desarrolló un método de laboratorio para reproducir la teoría de la coagulación de Morawitz. La nueva prueba permitió entender la función de la vitamina K y las enfermedades hemorrágicas en las que esta disminuye. También vigiló el tratamiento con los anticoagulantes orales recién descubiertos. En la actualidad, el tiempo de protrombina continúa siendo la prueba de coagulación que se realiza con mayor frecuencia.
Al año siguiente, André de Vries propuso la existencia de un factor que mejora la conversión de protrombina en el suero. Fue descrito de forma independiente el mismo año por Benjamín Alexander y el mismo Owren en 1950. Este último llamó “convertina” al nuevo factor y “proconvertina” a su precursor.
Arthur Patek encontró en 1936 que al agregar plasma normal al plasma de un enfermo con hemofilia se corrige el tiempo de coagulación. Así sugirió que la fracción cruda del plasma normal contiene un principio al que se llamó factor antihemofílico.
Como estos descubrimientos constantes se dieron a lo largo de los años. De cualquier manera, el conocimiento del sistema hemostático es todavía limitado. Aunque poco a poco se van definiendo las bases para su entendimiento, aún no es posible conseguir asimilar las íntimas y múltiples interacciones entre sus proteínas. También será muy importante llegar a conocer la relación entre el sistema hemostático y otros complejos sistemas como el inmune, inflamatorio tumoral.
Actualidad
La Enfermedad Tromboembólica Venosa (ETV) se produce con la coagulación de la sangre en el interior de las venas. Aunque es una enfermedad que se puede prevenir y tratar, sigue causando un elevado número de muertes. De hecho, es la tercera causa de muerte cardiovascular, después del infarto agudo de miocardio y el ictus.
TECH Universidad Tecnológica ha creado varios posgrados de especialización con el fin de formar profesionales expertos en el tema. Un ejemplo son el Máster en Nutrición Genómica de Precisión el y Máster en Hematología y Hemoterapia.
Sin embargo, el Máster en Medicina Genómica y de Precisión en Hematología: Trombosis es un curso de estudio puntual en el tratamiento de estas enfermedades generadas en el sistema circulatorio para conocer los últimos avances en la materia y ofrecer tratamientos más efectivos.