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La farmacia es el contacto directo que tiene una comunidad con un profesional de la salud. Los servicios profesionales farmacéuticos se crean con esta finalidad. El ofrecer un servicio cercano a la comunidad con la calidez y cercanía que los caracteriza hace posible que su función tenga una mayor amplitud. Esto permite que los profesionales en farmacéutica amplíen sus conocimientos con el fin de ofertar un valor agregado a su comunidad, bajo la modalidad de especializaciones y posgrados.
Antecedentes de los servicios profesionales farmacéuticos
La profesión no es un concepto estático o cerrado, sino que es una realidad abierta que necesita adaptarse a las necesidades sociales. De hecho, la profesión farmacéutica, con el transcurso del tiempo, ha ido cambiando su función sanitaria de acuerdo con las necesidades de la población. Todo ello, sin descuidar su misión principal: atender las necesidades de los pacientes en relación con su medicación.
En nuestro país, durante el siglo pasado, tanto en el ámbito de la salud pública ejerciendo como sanitarios locales, como en el ámbito de la prestación farmacéutica centrada en la preparación y dispensación de medicamentos, los farmacéuticos desarrollaron su ejercicio profesional haciendo posible el modelo de salud pública que actualmente disponemos.
Desde el último tercio del siglo XX el tradicional papel profesional de los farmacéuticos como distribuidores/ dispensadores de medicamentos viene experimentando una paulatina transformación hacia un amplio abanico de funciones como consecuencia de la mayor implicación del farmacéutico en los procesos de salud, haciendo énfasis en su condición de profesional sanitario, próximo y accesible.
Actualmente, en nuestro país el acceso de la población al medicamento es una realidad. De forma que, hoy en día, la farmacia comunitaria se encarga de hacer efectiva (con una cobertura del 99,95%) la dispensación de medicamentos y productos sanitarios a los pacientes no hospitalizados. Este objetivo ha sido logrado durante el siglo XX en gran medida. Como consecuencia de la planificación y regulación derivada del modelo de farmacia utilizado en nuestro país. Sin embargo, esa necesidad, ya cubierta satisfactoriamente, ha sido superada por otras relacionadas. Con las consecuencias de la amplia utilización del medicamento como principal tecnología sanitaria.
Farmacia en países desarrollados
Casi todos los países desarrollados de nuestro entorno dedican un porcentaje considerable de su producto interior bruto (PIB) a financiar los medicamentos utilizados en la asistencia sanitaria. A pesar del elevado coste económico que supone existen varios problemas asociados a su utilización como por ejemplo. Aunque parezca paradójico uno de los principales problemas actuales es el incumplimiento terapéutico de los tratamientos farmacológicos.
Por otro lado, esta realidad se ve agravada por la realidad demográfica y socio-sanitaria actual. Esta muestra un progresivo envejecimiento de la población y un aumento de las enfermedades crónicas, con el consiguiente aumento del uso de la farmacoterapia. Además, de la dificultad para garantizar su sostenibilidad, lo que hace necesario reorientar el sistema sanitario para optimizar los recursos disponibles.
Por todo ello, las nuevas necesidades de la sociedad respecto a la profesión farmacéutica están relacionadas básicamente con la seguridad de los tratamientos farmacológicos. Con su coste, con el fin de disminuir la morbimortalidad de los pacientes en la población.
Sin embargo, para abordarlas no solo es necesario adaptar el papel del farmacéutico pasando de centrarse en el medicamento a centrarse en el paciente que los utiliza. Tal y como establece la filosofía de la atención farmacéutica, sino también adaptar las actividades que realiza en la práctica farmacéutica. Pasando a prestar además de la dispensación otros servicios farmacéuticos que permitan satisfacer dichas necesidades.
Este cambio en la práctica farmacéutica no sólo se demanda en nuestro país sino también fuera de nuestras fronteras. Tanto en Europa como en el mundo. Desde hace años, la farmacia va evolucionando, a distinto ritmo según los países. Hacia la atención al paciente dado el serio problema de salud pública originado por la morbimortalidad de los medicamentos.
Evolución en los servicios profesionales farmacéuticos
Esta evolución del papel del farmacéutico como dispensador de medicamentos para centrarse en el cuidado del paciente, comenzó a finales de los noventa del siglo pasado denominándose “atención farmacéutica”, y se puso de manifiesto con la realización de diferentes actividades que -además de la dispensación- se comenzaron a llevar a cabo en la farmacia comunitaria, pasando a ser un prestador de servicios relacionados con el medicamento y con la salud pública.
Esta evolución hacia el ámbito asistencial fue recogido en la ley 16/1997 de regulación de servicios de la oficina de farmacia, que en su artículo 1º (aunque no era norma básica del estado) estableció diez servicios básicos que la oficina de farmacia como establecimiento sanitario privado de interés público debía prestar a la población
La nueva era farmacéutica
Con la llegada del nuevo siglo, en 2003, también la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS), plasmó esta evolución estableciendo como funciones de los Farmacéuticos, “las actividades dirigidas a la producción, conservación y dispensación de los medicamentos, así como la colaboración en los procesos analíticos, farmacoterapéuticos y de vigilancia de la salud pública”.
La Ley 29/2006 de 27 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios (actualmente sustituida por el real decreto legislativo 1/2015), por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios refrendó esta evolución en el papel de la farmacia, incorporando el concepto de atención farmacéutica en su articulado, reconociendo así, la labor del farmacéutico como agente de salud.
En este mismo sentido, en nuestro país las diferentes leyes autonómicas de ordenación farmacéutica han establecido también las funciones de las oficinas de farmacia potenciando las labores de atención farmacéutica. En 2011, el documento de “buenas prácticas en farmacia.
Estándares para la calidad de los servicios farmacéuticos”, elaborado conjuntamente por la organización mundial de la salud (OMS) y la federación Internacional de la Farmacia (FIP), 3 indicó que la misión del farmacéutico consiste en atender las necesidades de los pacientes en relación con los medicamentos que utilizan, colaborando con las administraciones sanitarias para garantizar la prestación farmacéutica y desarrollando todas aquellas cuestiones que estén relacionadas con la salud y dentro de su ámbito de actuación profesional.
El profesional en servicios profesionales farmacéuticos
No siempre es posible visitar a un profesional en medicina para realizar un diagnóstico sobre una dolencia, y es allí donde nace la necesidad del profesional en farmacia. El hecho de que exista esta área permite a la comunidad tener cierta cercanía e intimidad con este profesional. El mismo se caracteriza por su carisma y calidez al atender a cualquier persona que visite su establecimiento. Todo esto sin dejar de lado, claro está, sus conocimientos sobre los diversos medicamentos existentes.
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