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José I reinó en España apenas cinco años, con escasa efectividad debido a la guerra de Independencia, pero con un ambicioso programa reformista. Dentro de la Historia de España, el reinado de José I fue muy denostado sobre todo entre la historiografía del franquismo que identificaba a todo lo francés como el Otro para afianzar la nacionalidad española. De esta forma, la visión que se ha adoptado de su reinado es una visión excluyente y acrítica.

No se trata más que de cuestionar estos planteamientos y tratar de defender el concepto de un reinado reformista que iba mucho más allá que la ilustración española dieciochesca.

El reinado de José I se desarrolló bajo el condicionante de la Guerra de la Independencia y buscando el apoyo político de uno de los grupos de los ilustrados españoles, cuyos miembros eran los denominados afrancesados, sin lograr hacer triunfar el programa reformista de su gobierno, cimentado en la denominada Constitución de Bayona.

La Asamblea de Bayona y el Estatuto de Bayona de 1808

Aunque es cierto que los Bonaparte fueron un epígono de la ideología ilustrada de la Revolución francesa, los sistemas políticos que fueron adaptando a las realidades territoriales europeas se caracterizaron por la permanencia de una gran cantidad de elementos propios del Antiguo Régimen, como ciertos privilegios políticos de las antiguas elites y como ciertas atribuciones a la Corona y a la Iglesia.

La actuación de José I. Los afrancesados o josefinos

De esta forma, para desarrollar sus proyectos reformistas, José I se apoyó en un grupo de ilustrados que defendía una serie de reformas pero dentro del Antiguo Régimen.

Eran los afrancesados o josefinos, un partido político que aspiraba a crear un proyecto político diferente del Reformismo Borbónico y del Despotismo Ilustrado, puesto que deseaban una monarquía autoritaria, pero que permitiera reformas del sistema más racionales suprimiendo muchos privilegios.

Como consecuencia de estas medidas se puede comprobar que, al menos en las zonas controladas por José I, se desmontó el sistema político borbónico absolutista, aunque desde una perspectiva claramente autoritaria.

Ello se pudo desarrollar desde 1810 en la zona situada al Norte del río Ebro, que era el área efectivamente controlada por las tropas francesas.

Labor político-legislativa

Destacó el Estatuto de Bayona, además de leyes que eliminaron los títulos de nobleza y que abolieron las Órdenes Militares. No obstante, algunas instituciones antiguas pervivieron, como la Orden del Toisón de Oro, la Mesta o las Órdenes religiosas masculinas. Es decir, se desarrolló un paquete de medidas que tendió a la homologación social, pero se mantuvieron algunas pervivencias del régimen anterior.

Labor administrativa

Dentro de las medidas administrativas, José I y sus colaboradores trataron de administrar racionalmente un territorio que se había articulado con base a las concesiones que los monarcas anteriores habían ido concediendo a diferentes territorios.

Estas concesiones habían creado un sistema de relaciones políticas y económicas basadas en la desigualdad y, por ello, en el anacronismo. Era necesario, pues, actualizar el sistema.

Con este objetivo de base se dividió el territorio en 38 distritos o prefecturas con prefectos que disponían de las funciones de los anteriores intendentes y que se subdividieron en subprefecturas y municipalidades.

Al frente de ellos se colocaba un responsable del territorio que actuaba como representante del poder central.

Entre las funciones de este representante estaban no sólo la administración sino el orden público y el control de las actividades económicas en el sentido de aplicar la libertad de precios.

Labor económica

El objetivo del régimen josefino, siguiendo las ideas de los revolucionarios franceses, fue crear un mercado nacional. Era la extensión de las medidas administrativas, ya que sin una cierta uniformidad económica es imposible conseguir aplicar una centralización homogeneizadora a nivel administrativo.

Para todo ello, fueron fundamentales del Decretos de Chamartín donde se aplicaban las citadas: libertad de fabricación de productos y libertad de comercio, aparecidas en el Estatuto de Bayona. Así pues, se puede afirmar que los Decretos de Chamartín fueron la concreción económica de las ideas que aparecían en el texto de Bayona. Supresión de privilegios de producción y de comercio eran elementos esenciales para conseguir la homogeneidad entre territorios y, por supuesto, entre sectores sociales.

Otros aspectos: Labor educativa y urbanismo

Destacó la creación de nuevos planes de estudio y de escuelas secundarias en las grandes ciudades, con planes definidos por el Estado. De esta forma, el Estado josefino se implicaba en la educación de la población, cuestión que consideraba esencial como un instrumento para crear una ciudadanía y, además, centralizaba esta función pública.

A nivel educativo, en el territorio controlado por los afrancesados, se establecieron liceos, instituciones de enseñanzas medias al estilo francés, así como escuelas para niños junto con otras instituciones como escuelas de Agricultura o Conservatorio de Artes.

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