La medicina hiperbárica tiene más de 350 años de historia, aunque su aplicación formal es mucho más reciente. Pero, ¿Qué es la medicina hiperbárica? Es una especialidad médica que trata diversas patologías en general mediante la oxigenación hiperbárica. Esta terapia que se basa en la obtención de presiones parciales de oxígeno elevadas en el interior de una cámara hiperbárica, a una presión superior a la atmosférica, generalmente con suplemento de oxígeno cercano al 100 %.
¿Cómo surge la medicina hiperbárica?
Hace tres siglos y medio, en 1662, el clérigo británico Henshaw desarrolló lo que se considera la primera cámara hiperbárica. Esta fue conocida como “domicilium”. El autor de este artefacto prototípico confiaba en los posibles efectos curativos de su invento, que podría simular cambios atmosféricos y climáticos.
“En tiempos de buena salud”, escribió el mismo Henshaw, “este domicilium se propone como un buen recurso para asistir en la digestión, promover la respiración insensible, facilitar la respiración y la expulsión de esputo. Consecuentemente, es de excelente utilidad para prevenir la mayoría de las infecciones pulmonares”.
Henshaw intuyó que el aumento de la presión de aire podría aliviar algunas lesiones agudas, mientras que, según él, las presiones bajas podrían ser útiles en las patologías crónicas. Fue así como construyó una cámara hipo e hiperbárica.
La idea de Henshaw fue posteriormente aplicada en diferentes países de Europa para mejorar la salud con los baños de aire comprimido. La gente respiraba aire, no oxígeno, pero aumentando la presión del aire, subía la presión parcial de oxígeno. Este aumento resultó ser beneficioso, pero todavía no entendido por los médicos que aplicaban las sesiones de cámara.
Historia de la medicina hiperbárica
Desafortunadamente, la innovación no produjo mayor interés en su momento, y la oxigenación hiperbárica debió esperar casi dos siglos para seguir avanzando. En la actualidad, se sabe que aquella cámara no modificaba demasiado la presión, pero fue la primera que existió, según la documentación existente.
En 1832, Emile Tabarie, en Francia, presentó un proyecto a la Academia Francesa de Científicos que reflotó la idea de Henshaw. Tabarie diseñó una cámara neumática hecha de hierro con dos tubos. Uno de ellos proveía la presión hidráulica con un compresor y el otro que permitía la ventilación. Disponía de una antecámara que permitía al médico entrar y salir sin interrumpir la presurización.
También Lange tuvo una cámara cilíndrica. Esta estaba construida con hierro por fuera y diseñada para acomodar cuatro personas. La temperatura del aire comprimido dentro de la cámara se mantenía agradable con un sistema de refrigeración en verano y se calentaba la cámara en invierno. El sistema de presurización era el mismo sistema que usaba Tabarie.
Siguientes pasos
La cámara neumática de Leibig en Alemania tenía tres cámaras, cada una con capacidad para tres personas. Poseía una antecámara, conectada a las tres, desde la cual se accedía a cada cámara de manera independiente, y un sistema de seguridad que mejoraba la ventilación a través de un tubo. Además, se podía controlar la temperatura dentro de cada cámara sin afectar las otras.
En 1837, Pravaz construyó la cámara hiperbárica más grande en Lyon, Francia, con capacidad para 12 personas, de esa manera trató pacientes con condiciones pulmonares como tuberculosis, laringitis, traqueítis y pertusis, así como cólera.
Más adelante, en el comienzo del siglo XIX, se comienzan a utilizar los denominados baños neumáticos. Se funda el Instituto Neumático, donde se utilizaban estos “baños comprimidos” como spa e incluso para tratar la tuberculosis.
Así, cerca de 1830, hubo un renacimiento de la medicina hiperbárica en Francia. En 1834, Junod construyó una cámara hiperbárica diseñada por el ingeniero inventor James Watt, esta cámara podía ser llevada hasta 4 atm y usada para afecciones pulmonares entre 2 y 4 atm.
Junod se refirió a este tratamiento como baño de aire comprimido, y propuso la hipótesis de que esto aumentaba también la perfusión de órganos, incluso el cerebro, reportando un bienestar general y mejor salud. Entre 1837 y 1877 en varias ciudades de Europa (Berlín, Ámsterdam, Bruselas, Londres, Viena y Milán) se abrieron los llamados Centros Neumáticos, entre los que sobresalió el fundado por Bertin, en Montpelier.
La primera cámara hiperbárica
En 1877, el cirujano francés Fontaine desarrolló el primer quirófano hiperbárico móvil. Se afirmó que la alta presión ambiental facilitaba la reducción de hernias y proporcionaba alivio a los pacientes con enfermedades pulmonares. Durante los siguientes tres meses se realizaron con éxito 27 cirugías dentro de esta cámara hiperbárica móvil.
Estimulado por los resultados, Fontaine se aventuró a erigir un gigantesco anfiteatro quirúrgico hiperbárico para acomodar a 300 pacientes en una sola sesión. De un accidente en el Instituto Neumático Fontaine murió. Así, se convirtió en el primer médico en ser martirizado en la historia de la medicina hiperbárica.
La primera cámara hiperbárica en el continente norteamericano se construyó en 1860 en Oshawa, Ontario, Canadá, al este de Toronto. La primera de este tipo en los Estados Unidos fue construida por Corning un año después, en Nueva York, para tratar trastornos nerviosos.
Sin embargo, la cámara que recibió más publicidad y más utilizada fue la de Cunningham, en Kansas City, en la década de 1920. Su interés en el tratamiento había sido motivado por la epidemia de influenza que atravesó Estados Unidos luego de la Primera Guerra Mundial. Cunningham luego de investigar diferentes casos, observó que la enfermedad era más mortífera en lugares elevados que en zonas costeras.
Durante la epidemia de influenza, en 1918, el Dr. Cunningham puso a un joven médico residente que estaba muriendo de asfixia en una cámara hiperbárica que usaba en experimentos con animales, y le salvó la vida comprimiéndolo a 2 atm.
Avance histórico
Cunningham se demostró a sí mismo que su concepto era cierto y construyó una cámara de 26,84 metros de largo y 3,05 de diámetro, y empezó a tratar diferentes enfermedades, la mayoría de ellas sin ninguna base fisiológica para aquellos tiempos. Sus tratamientos duraban muchas horas, incluso toda la noche. En una ocasión falló el sistema de despresurización y murieron muchos pacientes. Sin embargo, Cunningham continuó su labor con mucho convencimiento y apostando más al tratamiento hiperbárico. El Dr. Cunningham trató al Sr. Timkin de una enfermedad renal, en la cámara hiperbárica, y fue curado.
En agradecimiento, en 1928, Timkin construyó una cámara de cinco pisos y 19,5 m de diámetro, siendo la cámara más grande que había existido hasta ese momento. Esta fue construida en acero, tenía cinco pisos, 12 camas en cada piso con el lujo de un hotel, laboratorio y sala de estar. En ese momento, esa era la única cámara hiperbárica que funcionaba en el mundo. Este hospital ‘bola de acero’, ubicado en Cleveland (Ohio), tenía un cuarto para fumadores en el último piso, comedores y cuartos individuales y presurizaba hasta 3 ATA.
Actualidad de la medicina hiperbárica
Lo que se conoció en este artículo no fue más que los primeros pasos de lo que hoy se conoce como medicina hiperbárica, la cual es completamente aceptada y utilizada en los centros de salud. Debido a esto se ha notado un crecimiento constante en la demanda de profesionales de este ámbito, así como la misma necesidad de este tipo de medicina.
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