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Si se observa a una persona a lo largo de los años es posible constatar modificaciones en sus características físicas y psíquicas. La explicación de por qué, cómo y en qué cambian las personas es uno de los retos a los que se han enfrentado ciertas disciplinas. Los profesionales de la educación por ejemplo, deben afrontar este tipo de interrogantes a diario. El comprender el desarrollo psicológico en una persona permite que un proceso de transmisión del conocimiento sea mucho más efectivo.
¿Existe alguna relación entre el desarrollo psicológico y la educación? ¿Qué papel juega esta en la evolución de las personas? Esta conexión es una de las cuestiones que viene planteándose desde distintas ópticas, especialmente desde las perspectivas pedagógica y psicológica.
Se identifican dos tipos de posturas frente a estas cuestiones. La primera postula que existe una estrecha relación entre desarrollo psicológico y educación. Es decir, la persona alcanza un mayor nivel de desarrollo cuanto más educada es. La educación, especialmente la formal, permite a las personas adquirir una serie de conocimientos que repercuten en su nivel de evolución y desarrollo.
La segunda postura, en cambio, defiende que el desarrollo de las personas es un proceso natural, armónico con las leyes de la naturaleza; la sociedad debe respetar el libre desarrollo de los individuos en función de su propia experiencia. Por lo tanto, la educación en general, aunque en particular, la formal, puede resultar una traba para la evolución natural, que se prejuzga como buena.
Esta segunda postura introduce la idea de una separación entre los procesos de desarrollo y educación, y replantea sus relaciones mutuas, entendiendo que cada uno de ellos posee unas características y una identidad propia. (Miras, 1991, p. 4).
El concepto común de desarrollo psicológico
La psicología evolutiva se encarga de estudiar los procesos de cambio que tienen lugar en la conducta de las personas, en todo su ciclo vital. El desarrollo del ciclo vital es el patrón de evolución o cambio que comienza en la concepción y continúa a través de todo el curso de la vida.
La mayor parte del desarrollo implica crecimiento, a pesar de que también contiene una decadencia, como es el caso del envejecimiento y la muerte (Santrock, 2006). Este conjunto de cambios sistemáticos, estables y sucesivos es lo puede denominarse desarrollo, palabra que en inglés da nombre a la disciplina (developmental psychology).
En cambio, en castellano ha sido tradicionalmente llamada psicología evolutiva. Aunque la denominación psicología del desarrollo es también aceptada, y cada vez más utilizada, quizá por la influencia anglosajona.
La mayoría de los psicólogos evolutivos van más allá de esta definición mínima a la hora de concebir qué es el desarrollo. Y es aquí donde surgen contradicciones y debates, por el momento, irresolubles.
La razón de estos debates es que observando un cambio no es posible saber si es un cambio evolutivo, si es desarrollo o no; para etiquetarlo como desarrollo deben aplicarse de conceptos teóricos que van más allá de lo observable y que no todos los investigadores comparten.
Modelo de desarrollo psicológico actual
En la actualidad, existen diversos modelos y teorías que pretenden explicar el proceso de desarrollo que configuran dichos cambios. Estas teorías son aún heterogéneas en cuanto a la diversidad de aspectos de la conducta a los que se refieren, también discrepan ampliamente sobre los factores que consideran responsables de los cambios y el desarrollo psicológico.
Pese a esta diversidad, algunas corrientes teóricas han gozado de mayor aceptación en las últimas décadas y su visión acerca del desarrollo psicológico prevalece aún en el panorama actual de la psicología evolutiva.
Estas teorías comparten una serie de ideas sobre los tipos de cambio comportamental que tienen lugar a nivel evolutivo, lo que permite delimitar, hasta cierto punto, un concepto común de desarrollo que, en gran medida, ha traspasado las fronteras de la psicología evolutiva.
Desde esta perspectiva, se entiende el desarrollo psicológico como un proceso que implica modificaciones globales en la conducta de la persona, modificaciones que son duraderas y, en general, de carácter irreversible, por oposición a otras modificaciones o cambios de carácter puntual o bien transitorio (Miras, 1991, p. 5). Una de las características de la perspectiva del ciclo vital es que el desarrollo es duradero, es decir, la juventud no significa el final del desarrollo (Santrock, 2006, p. 7).
Idea de desarrollo
La noción de desarrollo se halla ligada, por lo general, a la idea de procesos de cambio comunes a todos los miembros de la especie; es decir, cambios de tipo universal, independientes de los contextos físicos y sociales concretos en que tiene lugar el desarrollo de las personas.
Asimismo, el concepto de desarrollo que vehiculan estas teorías conduce a considerarlo como un proceso de cambio interno, natural y espontáneo de la conducta, no ligado a la voluntad o conciencia de la persona. A menudo ideas como estas se hallan asociadas a una concepción del desarrollo como fruto de la maduración orgánica.
De lado, algunos marcos teóricos proponen junto a la maduración, factores explicativos del desarrollo; por ejemplo, cierta experiencia de carácter universal en relación al mundo físico, o bien determinados mecanismos generales de funcionamiento psicológico (cognitivos u otros), de los que se hallaría dotada la persona a través de su herencia genética.
Es decir, en el transcurrir del tiempo, a partir de la maduración, de la puesta en funcionamiento de determinados mecanismos psicológicos y de determinada experiencia genérica y personal con el entorno, el ser humano modifica progresivamente su conducta (Miras, 1991, p. 5).
Cabe destacar que las teorías del desarrollo de mayor influencia en los últimos tiempos han propiciado una concepción del desarrollo como proceso interno e individual.
Estos marcos teóricos atribuyen al entorno social (las personas que se encuentran alrededor del individuo y que interaccionan con él) un escaso papel en el proceso de desarrollo o, en todo caso, no se considera un factor determinante del mismo. A lo sumo, los diferentes contextos sociales influirían en el ritmo de los cambios evolutivos, acelerando o retrasando su aparición.
Desarrollo psicológico en el aula
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