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La rosácea es una enfermedad de alta prevalencia, con un porcentaje de población afectada superior al 20%, aunque en muchos casos no se pasa del estado inicial de enrojecimiento (cuperosis). Se estima que un 82% de las personas con rosácea no están tratadas actualmente, es importante informar sobre los primeros signos de advertencia para ser diagnosticados y tratados adecuadamente. En encuestas realizadas por el NRS (Sociedad Nacional de Rosácea), más del 90 % de los pacientes con rosácea sufren disminución de su autoestima y el 41 % evitan las relaciones sociales debido a apariencia personal.

Definición

La rosácea es una dermatosis inflamatoria crónica, generalmente no grave, que cursa en forma de brotes con periodos de mejora y empeoramiento. Clínicamente, se distinguen cuatro estadios que se manifiestan sucesivamente como flushing (sofocación), eritema (eritrosis) y telangiectasias, pápulas y pústulas, y rinofima. Es molesta debido a sus tres principales síntomas (coloración rosada de las mejillas, granos y flushing). Se presenta en el 80% de los casos con eritema facial como único síntoma, tiene un largo periodo de evolución, inicialmente, puede manifestarse como una tendencia a ruborizarse con facilidad y un sutil enrojecimiento del rostro, estado que podría ser descrito como fase de prerrosácea.

Epidemiología

Epidemiológicamente, la Rosácea es una patología que afecta aproximadamente a un 10% de la población en nuestro medio, con mayor prevalencia en sujetos de piel clara (foto tipos I y II). Se da sobre todo en los tipos célticos de Europa septentrional, por lo que se la conoce popularmente como “la maldición de los celtas”. En América padecen esta dermatosis 16 millones de personas. El diagnóstico se hace más comúnmente entre los 30 y 50 años, y en el 57 % de los casos, se hace antes de los 50 años.

Las formas eritematotelangiectásicas tienden a presentarse alrededor de los 40 años, mientras que la forma papulopustulosa tiende a manifestarse alrededor de los 50, siendo en ambos casos las mujeres más jóvenes que los varones. Es más frecuente en el sexo femenino, aunque en los hombres suelen presentar maneras más graves de la enfermedad, con mayor incidencia de complicaciones y con una prevalencia más alta de la variante fimatosa. Ocasionalmente, puede afectar a niños y adolescentes, en los casos de inicio juvenil, se ha precedido de una foto dermatitis que permanece una vez establecida la rosácea.

Etiología y patogenia

La fisiopatología y la etiología se desconocen, se considera una enfermedad crónica de origen multifactorial que involucra varios aspectos, como son alteraciones de tipo vascular e inmunológico y además se ve exacerbada por factores locales. Existen diversas hipótesis acerca de la fisio patogenia, como hemos comentado, una de las más importantes son aquellos factores relacionados con las alteraciones vasculares, ya que juegan un papel determinante en la evolución de la enfermedad.

Un agente tradicionalmente implicado en la etiopatogenia de la rosácea es el ácaro saprofítico Dermodex folliculoru. Este se constata en un aumento en la piel de pacientes con rosácea, posiblemente debido al ambiente favorable que encuentra en las alteraciones del tejido vascular y conjuntivo. Aunque su relación con la enfermedad sigue siendo cuestionada. Otros estudios relacionan la rosácea con la existencia de gastritis originada por Helicobacter pylori. Así, habiéndose observado mejora de los síntomas de la rosácea después de la erradicación de la bacteria. En esta patología se pueden presentar signos primarios y secundarios.

  • Signos primarios (eritrema transitorio, eritema persistente, pápulas y pústulas y telangiectasias) y Signos secundarios (Sensación de ardor, placas eritematosas elevadas, piel seca, edema, lesiones oculares, localización periférica y cambios fimatosos). Existen factores predisponentes o desencadenantes que generalmente aumentan el flujo sanguíneo provocando una vasodilatación cutánea.
    Entre los desencadenantes se han identificado: Exposición solar, estrés emocional, clima con temperaturas altas, viento, ejercicio físico fuerte, consumo de alcohol, baños calientes, temperaturas bajas, comidas picantes, humedad, bebidas calientes, cosméticos, medicación, menopausia, tratamientos médicos, algunas frutas, alimentos tratados, algunos vegetales y productos habituales.

Tipos de rosácea

Características principales

La afectación es generalmente facial, de distribución simétrica, afectando a zonas centrales de frente, mejillas, mentón, nariz; respetando la región periocular. También pueden darse lesiones en orejas, cuello, parte superior del tronco y cuero cabelludo; sin embargo, esta afectación es menos corriente. Se caracteriza por la aparición de eritema transitorio o persistente, pápulas y pústulas, y cuando está en etapas avanzadas, se presenta con “fimatosis”.

Es frecuente que también se manifieste con compromiso ocular. Este presenta hasta en 50 % de los pacientes, con síntomas como sequedad, irritación, blefaritis, conjuntivitis y queratitis. En la mayoría de los casos de rosácea, el paciente se autodefine como “de piel sensible”; esto con sensación de ardor, quemazón, pinchazos o picazón en la cara. También padece intolerancia a cosméticos habituales, lo que suele agravar dicha sintomatología.

Definimos los signos primarios de la Rosácea en los que nos basaremos para su posterior clasificación: Eritema transitorio: denominado en la literatura anglosajona flush/flushing, sofocación. Es un dato clínico muy útil para el diagnóstico, pero debe recordarse que en la rosácea, a diferencia de lo que ocurre en personas sanas, en las que el rubor desaparece en unos minutos, persiste más tiempo, pudiendo durar horas o días.

Eritema persistente

Se cronificar el eritema, es el síntoma clínico más frecuente de esta enfermedad.

  • Telangiectasias: son vasos sanguíneos pequeños y dilatados en la piel, morfológicamente pueden ser lineales o en forma de araña (“nevus spider”).
  • Pápula: es una lesión elemental primaria, de contenido sólido (“maciza”, sin contenido líquido ni “cabeza” de pus), palpable, hemisférica, <1 cm, que cura sin cicatriz; de color rojo en la rosácea.
  • Pústula: es una lesión elemental primaria de contenido purulento, de 1 a 3 mm, con un pequeño halo eritematoso y color blanco-amarillento.
  • Placas: elevación en meseta que ocupa una superficie relativamente grande en comparación con su altura y que generalmente es resultado de la confluencia de pápulas.
  • Fimas: se observan como engrosamientos de la piel con exageración de los poro. Ees un aumento localizado de volumen y de grosor de distintas zonas de la piel debido a la hioperplasia de las glándulas sebáceas; a la deficiente circulación venosa y a la aparición de fibrosis en el tejido conjuntivo.
Signos secundarios
  • Sensación de ardor.
  • Placas eritematosas elevadas.
  • Apariencia seca de la piel.
  • Edema.
  • Manifestaciones oculares.
  • Localización periférica.
  • Cambios fimatosis.

Clasificación

Las manifestaciones clínicas de la rosácea son variadas y se clasifican según su presentación. En el 2002, la National Rosácea Society desarrollo un sistema de clasificación estándar que sirve como instrumento diagnóstico, establece cuatro subtipos y una variante. La evolución de un subtipo a otro puede o no ocurrir.. Cada característica individual, independientemente del subtipo, puede progresar de leve a moderada o de moderada a severo. Se recomienda el diagnóstico y tratamiento temprano con el fin de evitar esta progresión.

Control de enfermedades poblacional

El profesional de la farmacia debe conocer las diferentes enfermedades que pueden presentarse en la comunidad que lo rodea. De esta manera el mismo podrá reaccionar de manera adecuada frente a cierta sintomatología que presente el paciente. Para ello, el mismo deberá tener en cuenta los diferentes factores que pueden influir en un diagnóstico, además de como el mismo puede realizar un tratamiento idóneo.

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