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Las entidades bancarias cuentan con un marco contable diferente al del resto de compañías, al presentar unas características específicas, propias de la actividad que desarrollan. Por tanto, como introducción al entorno económico y los mercados financieros de la banca, un buen tema inicial es señalar las diferencias entre la contabilidad empresarial y la contabilidad bancaria.
Los estados financieros en la banca
La contabilidad bancaria suele aplicarse con las mismas normas que en cualquier otro tipo de entidad financiera o compañía. Sin embargo, para este caso hay elementos que van cambiando en una manera dinámica, y también van exigiendo cierta flexibilidad en todos los procesos donde intervenga.
Este hecho no es algo aislado geográficamente, puesto que ocurre en las principales zonas del mundo como Europa, EE.UU., etc., donde la normativa contable para las entidades bancarias es distinta a las de las compañías no financieras. Así, el balance de una entidad bancaria también está formado por el activo, el pasivo y el patrimonio neto, al igual que una empresa convencional, aunque con una estructura diferente que se recoge en cada una de las normativas contables.
Con el objetivo principal de conocer y gestionar el flujo de información que parte de las entidades bancarias, se hace preciso conocer la normativa y controlarla. Solo así se puede determinar correctamente la situación financiera, los resultados obtenidos e incluso determinar las variables fundamentales en la gestión de la entidad. Lo anterior permite, por ejemplo, cuantificar los riesgos asumibles en la actividad bancaria. Los estados integrantes de las cuentas anuales de las entidades de crédito son el balance, la cuenta de pérdidas y ganancias, el estado de flujos de efectivo, el estado de cambios en el patrimonio y la memoria.
En España se cuenta con la Circular 6/2008, de 26 de noviembre, del Banco de España – que modifica la Circular 4/2004, de 22 de diciembre – sobre normas de información financiera pública y reservada, y modelos de estados financieros. Dentro de la circular, se recogen en detalle los diferentes principios y criterios a los que deben atenerse las entidades de crédito.
Tipos de estados financieros
De acuerdo a estos principios y normas contables que las entidades de crédito deben llevar a cabo, existe una doble distinción dentro de los estados financieros:
- Estados financieros de carácter público: Sirven de información a terceros sobre la situación económica y financiera de la entidad.
- Estados financieros reservados: Deben ser remitidos al Banco de España para su control por dicha institución.
Será el formato en el que se muestren las diferentes cuentas la principal diferencia entre los diferentes tipos de estados. Los estados reservados presentan un mayor detalle de cuentas y partidas, permitiendo así ejercer un mayor control de las entidades. Es necesario dejar constancia de otros aspectos fundamentales de la citada contabilidad bancaria. En concreto, hay que tener en cuenta que debe sustentarse en tres pilares:
- El conocimiento real de los costos, ya que es la manera de que se puedan reducir.
- Conocimiento de las rentabilidades, respecto a cada uno de los productos y servicios que se tienen.
- El control de las llamadas variables fundamentales. En concreto, entre ellas está, por ejemplo, el tipo de riesgo que la entidad bancaria pertinente puede o quiere asumir en cada momento.
El balance en la contabilidad bancaria
En la contabilidad bancaria, el balance de un banco está formado por activos y pasivos, aunque su actividad lleva a que tenga diferencias significativas respecto a los balances de empresas no financieras.
- El Activo: Estará formado por el activo corriente, por los activos líquidos, por las inversiones crediticias, y por el activo no corriente (como activo material o activo intangible).
- El Pasivo: En una entidad financiera, el pasivo lo forman los depósitos de los clientes, los bonos emitidos por el banco y los préstamos que haya recibido en el periodo al que se refiera el balance.
- Patrimonio Neto: Lo forman los fondos propios, que contienen partidas como capital o reservas, y los ajustes por valoración.
En cuanto a los ingresos y los gastos en los que incurren las entidades bancarias a lo largo de un periodo de tiempo determinado, van a venir reflejados en la cuenta de resultados. Así, la cuenta de resultados de una entidad bancaria se divide en:
- Margen de Intereses: Formado por la diferencia entre los intereses procedentes de los activos y los intereses de los pasivos.
- Margen Bruto: Constituido por los rendimientos que dan lugar las acciones que posee la entidad en otras empresas, por las comisiones, por los resultados de operaciones financieras, que son las ganancias o pérdidas procedentes de la compra y la venta de activos, por las diferencias de cambio y por otros productos de explotación.
- Resultado de la Actividad de Explotación: Considerado como el margen bruto más los gastos de administración, la amortización y la dotación para provisiones.
- Resultado antes de Impuestos: Compuesto por el resultado de la actividad de explotación más las pérdidas por deterioro de activos que no se hayan incluido anteriormente, como el fondo de comercio y otros resultados.
Riesgo de crédito e insolvencias
El riesgo de crédito se define como la probabilidad de que una de las partes del contrato del instrumento financiero incumpla sus obligaciones contractuales por motivos de insolvencia o incapacidad de pago y produzca a la otra parte una pérdida financiera. El riesgo constituye un elemento innato de toda actividad empresarial en la medida que los resultados vendrán condicionados por la ocurrencia de unas situaciones u otras, que pueden haber sido pronosticadas o no por los inversores.
La principal actividad de los bancos e instituciones financieras no es otra sino la concesión de créditos a clientes, actuando como intermediarios financieros. En definitiva, captan fondos del público a cambio de una remuneración, para a su vez invertirlos en operaciones de crédito o inversión facilitando y fomentando la continuidad de los negocios. Con todo ello, las entidades de crédito se comprometen a afrontar el riesgo de insolvencia y de liquidez de los prestatarios.
Dichos créditos a clientes pueden ser de muchas clases, entre ellas:
- A personas físicas o personas jurídicas.
- En forma de préstamos, líneas de crédito u otros productos.
- A corto, medio o largo plazo.
Pero el propósito del negocio bancario, como el de cualquier empresa, es la consecución de la máxima rentabilidad posible llevando implícito el riesgo. Es precisamente la asunción de este riesgo innato la que origina el beneficio de la banca y sobre todo la existencia de la actividad de la misma. La entidad financiera, el banco, estará asumiendo desde el momento de la concesión del crédito el riesgo de que el deudor incumpla el pago de su deuda e intereses pactados.
Contabilidad bancaria y mercados financieros
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