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El uso de los estabilizadores del ánimo podría impactar favorablemente en los pacientes que presenten ideación al suicidio consumado. En otras palabras, son útiles en el tratamiento de trastornos psicóticos debido a que controlan los síntomas afectivos (depresivos, maniacos, mixtos) y disminuyen las acciones impulsivas que llevan a la autolesión.

Principales estabilizadores

Litio

Desde el siglo II, y previo a la categorización del litio como elemento químico, ya se prescribían terapéuticamente aguas alcalinas que lo contenían para el tratamiento tanto de maniacos como de melancólicos. Posteriormente fue estudiado formalmente por John Frederick Joseph Cade (en forma experimental) y Mogens Schou (en trabajos randomizados). Ambos hacen del litio un recurso alternativo a la terapia electroconvulsiva en los trastornos del ánimo.

Actualmente, el litio sería la estrategia farmacológica de mayor utilidad en la prevención de suicidio. Logra aproximar dicho riesgo a las tasas observadas en la población general, tanto en pacientes bipolares como esquizoafectivos y depresivos monopolares. Este efecto sería independiente de la respuesta terapéutica estabilizadora, para lo cual fue originalmente prescrito. Es decir, quienes no responden de modo adecuado desde lo anímico, igualmente obtendrían un efecto antisuicida. Por ello, si el litio no ejerce un rol estabilizador, debe evaluarse la asociación de otro fármaco. No necesariamente se considera su suspensión, pues la acción sobre las conductas suicidas justificarían su administración más allá de la eutimia.

Paralelamente, quienes prescriben sales de litio deben considerar que una suspensión abrupta se asociaría a mayor morbilidad y riesgo suicida. Es un efecto que podría ser específico para dicho agente y no necesariamente generalizado a otros EA. Con esto, el impacto del litio sobre los actos suicidas cobraría importancia para la salud pública. Sin embargo, en los últimos quince años, su prescripción ha disminuido, sobre todo entre los psiquiatras más jóvenes. Ellos están a favor de los anticonvulsivantes, cuyo uso se ha incrementado sostenidamente.

Trastornos de la personalidad

Los EA han sido ampliamente utilizados para reducir el descontrol impulsivo-agresivo observado en algunos trastornos de personalidad. Son cuadros que, al ocurrir con un desorden anímico, tendrían un mayor riesgo para cualquier tipo de acto suicida.

Rombold et al., realizó un estudio que incluyó 19 pacientes depresivos con y sin trastornos de personalidad. Encontró que la cohorte asignada a litio alcanzaba un mejor control de las conductas suicidas en relación al grupo asignado a placebo. Sin embargo, el número de intentos suicidas fue mayor en el grupo de litio, donde todos los pacientes fueron diagnosticados como portadores de algún trastorno de personalidad concomitante.

Es complejo extrapolar estos resultados debido al bajo número de pacientes incluidos en la muestra. También debido a la exclusión de pacientes con trastorno borderline de personalidad que mostrarán conductas autodestructivas calificadas como graves. Se debe a que la diferenciación entre un comportamiento autodestructivo severo (a menudo debido a la impulsividad) y los intentos de suicidio no siempre es posible.

Carbamazepina

Cowdry y Gardner investigaron el efecto de cuatro drogas versus placebo en portadores de trastorno de personalidad borderline y gran descontrol conductual. Uno de los fármacos, la carbamazepina, al igual que la tranilcipromina, reducía la dimensión “suicidalidad” por sobre el placebo. Por su parte, de la Fuente y Lotstra mensuraron la respuesta a carbamazepina o placebo en sujetos con trastorno de personalidad limite. No encontraron diferencias sobre síntomas como rabia, depresión o descontrol conductual. Si bien la medida de conducta suicida es indirecta, al evaluar síntomas que podrían inducir alguna conducta autolesiva, no fue posible concluir los efectos del fármaco sobre el suicidio. Por ende no se incluyeron en el diseño mediciones específicas al respecto.

Oxcarbazepina

Bellino et al., al tratar a 17 pacientes por 12 semanas con oxcarbazepina, hallaron mejoría en las dificultades interpersonales, impulsividad, inestabilidad afectiva y rabia. Pero no hubo cambios en las conductas suicidas.

Divalproato (Ácido Valproico)

Hollander et al., trataron con divalproato o placebo a pacientes con trastorno límite de personalidad. Quienes recibieron divalproato, tuvieron mejoría en todos los parámetros evaluados. No obstante, la elevada cifra de abandonos, así como la exclusión previa de pacientes con ideación suicida, limitó las conclusiones. En otras investigaciones dirigidas por el mismo autor, se evaluaron 246 sujetos (96 con trastornos de la personalidad del cluster B, 116 con trastorno explosivo intermitente y 34 con trastorno por estrés postraumático). Todos fueron tratados con divalproato o placebo.

En el grupo con trastornos de personalidad, el divalproato se asoció a mejoría de la agresividad, irritabilidad e impulsividad. En suma, los estudios sugieren que el divalproato sería útil en la reducción de los parámetros citados. Sin embargo, la exclusión de pacientes con ideación suicida y el que no se midiera específicamente las conductas suicidas no permiten concluir más que la efectividad sobre la sintomatología externalizante potencialmente ligada al intento autolítico.

Topiramato

Nickel et al compararon topiramato y placebo en mujeres con trastorno de personalidad borderline. Encontraron una mejoría significativa de los sentimientos rabiosos en el grupo tratado con el fármaco. Sin embargo, el estudio tuvo una corta duración, excluyéndose los casos con tendencias suicidas. En otros dos estudios se estableció que el topiramato se asociaba a disminución de irritabilidad, rabia, hostilidad, sensibilidad interpersonal, ansiedad fóbica y severidad global de la enfermedad.

Psicosis y psicología

No resulta sencillo establecer un diagnóstico diferencial de los trastornos mentales. Al haber tantas enfermedades psiquiátricas específicas, parece fundamental el papel que cumplen las instituciones educativas como TECH Universidad Tecnológica para profundizar los conocimientos establecidos en cada una de ellas.

Programas como el Máster en Intervención Psicológica de los Trastornos Psicosomáticos y el Máster en Intervención Psicológica en Trastornos de la Conducta Alimentaria se encargan de ampliar las fronteras de los profesionales de manera teórico-práctica, con el fin de especializar la psicología en sus diferentes disciplinas. Así mismo, el Máster en Intervención Psicológica en los Trastornos de la Personalidad y Psicosis ayuda a la detección de estas alteraciones en la práctica médica.

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